Se ha pronunciado el Fiscal General sobre las barras laudatorias que acompañan las versiones libres de los paramilitares presos. Tras años de apología pública del supuesto carácter autodefensivo de masacres, desplazamientos forzados, desapariciones forzosas, pillaje, secuestros, torturas, narcotráfico, homicidios selectivos, cohechos, constreñimientos al sufragante, reclutamientos de menores, profanaciones de cadáveres, perfidias, falsedades documentales, injurias, calumnias y otras hazañas, tipificadas o no, vuelve a mencionarse la figura de la apología del delito como existente en nuestra legislación penal.
El futuro de tales procesos es incierto, su mismo desarrollo político será incómodo, de darse. Cuántos trucos retóricos o encogidas cínicas de hombros se han visto cuando el corazoncito quiere defender las masacres buenas y condenar las malas. Además el alcance de la figura es bien pobre, pues ni de riesgos tocaría demostraciones de Capitolio como las que se vieron hace no mucho. De todos modos es necesario que se afronte el impacto que tienen estas modalidades de expresión, espontáneas o pagas, en la posibilidad de inventarse un escenario de ejercicio civilizado de la política para los años venideros.
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