Antes he reconocido que, a pesar de no tener ningún interés en pertenecer al Polo y no compartir las posturas de muchos de los componentes de esa amalgama, he dado mi voto ya en dos ocasiones por las aspiraciones parlamentarias de Gustavo Petro, quien me parece un protagonista político harto coherente y valiente. Como escéptico y crítico que soy de la parafernalia chavista, no comparto sus posiciones al respecto del régimen que hoy campea en Venezuela y, seguramente no son pocos los demás puntos en los que no puedo mostrar acuerdo con él. Pero comunicaciones como estas me hacen insistir en mi respaldo.
Ya ciertos oradores de ciertas facciones polistas han equiparado las posturas de Petro a propósito de las Farc con adscripción al uribismo. Su praxis refleja esa tradicional pacatería de algunos militantes, incapaces de enfilar la crítica y la razón hacia problemas tan elementales; prefiriendo culpar siempre a otros de sus propias falencias. La realización del debate propuesto por Petro sería un gran golpe de opinión y un acto de inmensa respetabilidad política, si la dirigencia de ese movimiento y sus parlamentarios deciden entenderlo. Temo, eso sí, que el fabricante de falacias, Robledo, o los corruptos aliados del encargado de mantener sin dotación los hospitales del Vichada (Borja y Venus) domestiquen su locuacidad y su fogosidad ante semejante reto. Porque eso de cantarles la tabla a los "camaradas" sí es candela.
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