domingo, julio 30, 2006

Pacho Santos

El Tiempo es el periódico de mayor circulación en Colombia, el que más pauta publicitaria vende y la cara principal de una poderosa empresa mediática, con gran influencia en la política de la ciudad de Bogotá, donde se mueve la tajada principal de la economía nacional. Tras la debacle financiera de su único competidor en la escala nacional, el aun más antiguo El Espectador (víctima de la guerra que le hizo Pablo Escobar Gaviria asesinando a su director - Guillermo Cano - impulsando un veto de anunciantes acatado por muchos de los guardianes actuales de la moral y objeto de un salvaje atentado con bomba; luego rematado por las erróneas prácticas administrativas de los herederos), quedó sin contrapeso en su escala de influencia. Los apellidos Santos y García-Peña están asociados con columnas editoriales que han sido vistas desde hace décadas como las portadoras de la línea del establecimiento, de los caminos que debe tomar la política.
Desde la década de los setentas y hasta bien entrados los noventas la capitanía del diario estuvo en manos de los hermanos Enrique y Hernando Santos Castillo, quienes determinaban al detalle cada contenido de ese medio, llegando incluso a prácticas corruptas como la modificación del texto en una caricatura, sin siquiera consultarlo a su autor (así terminó la época del caricaturista Vladdo en ese periódico). La nueva generación de los Santos ya escribía. Enrique Santos Calderón venía de dirigir la revista Alternativa, hito de la prensa izquierdista en Colombia y obsesión crónica de algunos, mientras su columna "Contraescape" representaba la nota disonante de la línea familiar, aunque fue llegando a una convergencia óptima con padre y tío para el momento del relevo (uno de los dos decidió morir castrista). Rafael Santos y Guillermo Santos, buenos seguidores de la línea de los viejos, también sacaban sus notas sobre política y sobre el negocio de la tecnología (bueno, artículos sobre cómo quitarle la protección contra escritura a un disco flexible o cosas así de elevadas) respectivamente. Juan Manuel Santos, pésima pluma, comenzó su carrera de político, la cual ha sido exitosa siempre y cuando él no sea el candidato a nada. Pero faltaba uno, el que se suponía que solo servía para gastarse la plata de la familia en rumba y consumos colaterales, el que nunca sonaba por sus escritos.
Francisco Santos Calderón, el de la voz chillona y el tonito altanero de gomelo del norte, siempre alterado y con síndrome del conejo. Se volvió importante cuando fue secuestrado por "los extraditables", aparato armado del Cártel de Medellín. A diferencia de Diana Turbay, fue uno de esos secuestrados ilustres que Pablo devolvió vivos de manera incruenta (como con Andrés Pastrana Arango, quien - investido de heroísmo mientras se opacaba el horrendo asesinato del Procurador General Carlos Mauro Hoyos - salió del secuestro a ganar la primera alcaldía por elección popular en Bogotá). En la larga entrevista de una página publicada por El Tiempo cuando lo soltaron, 'Pacho' relataba que el día de su rapto preguntó a uno de los secuestradores si eran del narcotráfico o de la guerrilla, a lo cuál el tipo le contestó que cuál prefería; el narcotráfico, contestó.
Luego vino su gesta en el activismo contra el delito del secuestro, la creación de la Fundación País Libre y la primera ley de iniciativa popular (si mal no estoy, la única) expedida por el Congreso. La dura ley, que ataba las manos de los familiares de los secuestrados para pagar rescates, terminó por caer. Sin embargo, el mejor momento del éxito político de Santos vino en la segunda mitad de los noventas. La imagen de su ONG como el negativo de aquellas de derechos humanos que solo veían las barbaridades cometidas por el lado del Estado y sus colaboradores, fue transformada por una actitud flexible en algunas discusiones y actos concretos. En una seguidilla de marchas que se realizaron en varias ciudades en 1997, la postura oficial de los organizadores era que no solo se protestaba contra el secuestro sino contra otras modalidades de privación ilegal de la libertad, fueran causadas por grupos armados ilegales, delincuencia común, agentes estatales o autores desconocidos.
Yo estuve en la que se hizo en Bogotá y, aunque había arengadores de la postura ultraderechista, lo que se vio en la tarima fue un ejemplo de ponderación. Un sacerdote de la Catedral Primada hizo una intervención muy sensata que anuló el efecto propagandístico que oportunistas como Pablo Victoria querían darle cuando gritaban hacia donde estaban las pancartas de Fedegan (que era donde yo estaba). Hubo intervenciones de familiares de víctimas con distintos tipos de victimarios. Secuestrados por la guerrilla, familiares de Alfonso Cano secuestrados por paramilitares, plagiados por la delincuencia común, desaparecidos por fuerzas del Estado y el terrible rapto de una menor de quien no se sabía nada. Yo estaba impresionado por la altura y la claridad de los organizadores, pero Pacho la regó, como dicen en México. En su turno de palabra dijo que tenía un mensaje para quienes decían que la sociedad civil no existía o no servía para nada: que esa marcha ya había obtenido el primer resultado. Dijo que lo acababa de llamar Carlos Castaño al celular, que no sabía cómo había obtenido el número (bueno, para que supiera que no era una pega, mínimo lo tenía en sus contactos), pero que como una forma de saludar esa manifestación había decidido liberar a los familiares de Cano.
A pesar de haber opinado varias veces de otra manera, Santos se vinculó a la campaña de Álvaro Uribe a la presidencia, lo cual le generó cierta distancia pública con algunos de sus familiares en el periódico. Su tono alterado, que debe mantener con el Cristo en la boca a su cardiólogo, ha sido recurrente cuando emprende guerras santas contra los detractores del gobierno. Ahora que lo pienso, he visto más inteligencia en las subidas de voz y jugadas pendencieras del propio Uribe. La vez que paró al tipo de AI en España fue de quitarse el sombrero, incluso Carolina Barco se lució. Pero Pacho parece que no es como ciertos tartamudos que conocí, brillantes para el lenguaje escrito como compensación. Su mediocre prosa escrita no es complementada con habilidades oratorias ni argumentativas. Su último lapsus linguae es de antología y por eso escribo hoy acerca de él.

sábado, julio 29, 2006

¡Qué calor!

Vagando por la blogósfera encontré un enlace a un sitio muy singular. Bueno, en realidad varios lugarcomunes de los corresponsales de guerra que vienen por aquí, pero no deja de ser interesante mirar el material.

Guayabo

La verdad ni en mis tiempos de rumba viví en serio el malestar post borrachera, guayabo, resaca o chuchaqui, como lo llaman en quechua. Me refiero al otro eufemismo por guayabo, el que asocia el epílogo de la juma con desamor, con insatisfacción, con aburrimiento. Me inspira esta situación la experiencia de la noche anterior. Visité una zona de Bogotá por donde no pasaba hace por lo menos veinte años, el entorno de la séptima como con 170, hospital Simón Bolívar y colegios con nombres alusivos a tormento de religiosa. Por viejos resabios ideológicos, de esos que se dejan pero que persisten en el acento, uno tendía a pensar que la ciudad vivía el abandono en su extremo sur y que el norte era todo cuidadito y pinchado. Obvio que ya hace años sabía de la degradación del espacio en la esquina nororiental, por los boquetes de la explotación minera y las consecuencias geotécnicas de la misma combinada con la deforestación y la urbanización irracional de las laderas; pero me sorprendió el contraste entre ese ángulo feo de la pomposa localidad de Usaquén con la faceta ostentosa. De hecho vi ambas cosas como siendo tan parte de lo mismo; en particular uno de los límites, donde el baldío mal tenido del entorno de una cantera empalma con un par de estrafalarios edificios, de esos con vidrio de espejo; caros pero igual de feos a los barrios de la loma.
El abandono del entorno es patente, la ausencia de andenes bien cuidados, de semaforización adecuada, la forma tan veredal de comportarse los policías (vi una camioneta de la policía desembarcar a unas seis colegialas a las cuales llevaba en el platón, en plan no propiamente legal). Nada que ver con el mito de la "ciudad que queremos", la que "encontró su camino". El actual proceso de desarrollo de esa localidad es un nuevo capítulo de la mentalidad corroncha* que tanto transformó la cara de muchas ciudades intermedias y de la misma Cali, diez o quince años atrás. Es el legado de las urbanizaciones sin urbanismo y sin urbanidad.
La noche fue rematada por una peregrinación al centro solo, fantasmagórico. Último viernes del mes, pero como que no pagaron. Para completarla, viví la angustia de la pobre provisión de buses del inefable transmilenio sobre las horas de cierre del sistema. Una auténtica desgracia.
En otros temas, don Luis Noé Ochoa comentó en El Tiempo sus impresiones sobre la noticia de la semana. Coincido con su lectura del asunto. Bueno, yo intuía que mi juego de palabras al respecto no podía ser único ni original, más bien era inevitable. Por cuenta de la columna de Ochoa terminé leyendo las confesiones de Tola y Maruja, las cuales no vi hace una semana por andar de viaje.
Glosario:
* Corroncho es un adjetivo usado en la costa Caribe colombiana para aludir a estrafalario o de mal gusto.

viernes, julio 28, 2006

Tino

Normalmente bajo el influjo de la cerveza, he afirmado varias veces que el pesimismo y la patética melancolía de la tradición lírica de la música popular latinoamericana hacen del grunge y otros lloriqueos anglosajones simples rondas infantiles, ayes como los de la pajara pinta. Romances perdedores en los valses ecuatorianos, orgullos de macho derrotados en memorables rancheras (las de José Alfredo sí que me patean), evocaciones de ranchos abandonados como en ciertos sones y bambucos, dolores no curables con mejoral en paseos vallenatos, lacrimosos lamentos andinos, saudades melosas en distintos ritmos brasileños... Pero nada supera al Tango, a sus dictámenes de fatalidad tan llenos de ese pragmatismo de la calle y la noche.
Y dentro del tango mismo, capítulo excepcional ocupa Enrique Santos Discépolo, el del famoso "Cambalache", el certero pintor de la imagen de "Esta noche me emborracho". Aquí, su atinada proclama, interpretada por quien tenía que ser:


miércoles, julio 26, 2006

Monólogos de la Virginia

Anoche fabulaba un código en Matlab, cuando me llamaron para que viera el hit televisivo de la semana: el sincopado relato de Virginia Vallejo acerca de sus andanzas con Pablo Escobar Gaviria y de sus razones para señalar a Alberto Santofimio Botero como autor intelectual del homicidio de Luis Carlos Galán Sarmiento. La verdad, lo vi por pedacitos y casi al final, porque estaba más o menos en lo mío; pero no dejó de impactar el ritmo errabundo de su dicho, cierta gesticulación adormilada y el vacío profundo de su floja defensa ante la pregunta obvia de cualquier espectador: ¿no es delito no haber denunciado todas esas cosas en su momento, preferiblemente antes de consumados los delitos? (Rta: esas vainas prescriben).
El canal que transmitió el monólogo presentó en su programa de variedades, el fin de semana pasado, la representación de una entrevista a su principal presentadora de chismes de farándula, debido a que fue compañera de trabajo de Vallejo y aprovechando que por primera vez en muchos años se podía volver a hablar de ella, gracias a la 'suficiente ilustración' que trajo la noticia de su testimonio en el proceso de Botero; a través de notas, imágenes de archivo y evocaciones del legendario aspecto de sus piernas. El formato de la declaración unilateral, sin preguntas, sin incomodidades, deja un sabor propagandero, o por lo menos la sensación de negación del ejercicio de la crítica. De todos modos, también se presta para que la credibilidad de la denunciante quede en entredicho, pues sus gestos e indecisiones saltan a la vista. La lánguida tragedia de una Milady sin dientes, sin embrujo sobre su amante - el pobre Pablo - manipulado por mi doctor Santomafio y llevado por este a la perdición, mas no por las artes horizontales ni el poder de la belleza.
La forma estrafalaria como el sitio web del Canal RCN presenta su éxito, acompañando una transcripción que parece rebuznada a cuatro manos por los mismísimos Jorge Alfredo Vargas y Claudia Gurisatti (transcribiendo ay como "ahí" y diciendo que Perú cogió a Abimael Guzmán y 'votó' la llave) con una narración en negrita llena de arabescos y figuras más propias de un capítulo radial de Kaliman o alguna novela mexicana, que de un documento de interés periodístico sobre hechos delictivos que tuvieron impacto en este país. Una periodistada más para lamentar.

lunes, julio 24, 2006

José Granés

Falleció esta mañana el profesor José Granés, de quien aprendí dos o tres cosas relevantes sobre la vida y la política, aunque comparto que su oratoria académica no fuera tan memorable. Se fue una gran persona, un maestro de la sensatez y todo un referente ético.

jueves, julio 20, 2006

Independencia grita

Hoy se conmemora con día feriado la declaración de independencia de Colombia. El 20 de julio tiene lugar el desfile militar más importante del año y se inicia la legislatura de cada año en el Congreso. También es la fecha de referencia para leerle la carta astral al país y el nombre de un barrio popular de Bogotá, con una famosa iglesia muy visitada por la fama de milagroso de su divino niño de Praga. Veintejuliero es el mote que se gana un tipo particular de discurso, de arenga pasional que invoca la pobreza y su redención. Francamente no sé si el origen tiene que ver con el carácter popular del barrio o por la anecdótica proclama de José Acevedo y Gómez en 1810, la que hablaba de los momentos de "efervescencia y calor".
La otra independencia, la de Cartagena de Indias, nada más amerita una fiesta de la cual solo tiene resonancia el reinado nacional de la belleza, el cual selecciona a la representante de Colombia para Miss Universo; con todo y que fue más atrevida porque pretendía independencia total de España, no solo de los Borbones. La de Mompox, en cambio, nadie la menciona, ni tiene feriado propio. Recuerdo que hace unos años alguna mano grafitera tapó parte del nombre del Parque de la Independencia en el centro de Bogotá, quedando como parque de la dependencia.
Desde que subió Álvaro Uribe al gobierno, la conmemoración de esa fecha viene antecedida de un gran despliegue de paranoia en los barrios céntricos de Bogotá. El sacrosanto Transmilenio sufre la interrupción de su operación o su racionamiento, se emplazan soldados, policías y auxiliares bachilleres por varias vías y se proclama la ley seca y otras restricciones.
Yo entiendo que, con los antecedentes de violencia política de mi amada patria, cuando la historia de mi familia tuvo gran influencia por los duros avatares que hacían que el color de la corbata fuera visto como adscripción partidaria y convertía a su portador en blanco fijo de las pasiones políticas; con todo eso se prohiba la venta y consumo de alcohol alrededor de las fechas electorales. Pero que esa prohibición sea una prevención creíble ante actos terroristas, no me lo creo. Vendría a ser como que alguien, porque se emborrachó, decidió volverse guerrillero, fue a su casa a sacar ese mortero que tenía guardado bajo la cama y lo disparó contra los maquillados rostros de las fuerzas especiales.
Listos, la seguridad presidencial tiene que ver con la no circulación de peatones ni automovilistas por las inmediaciones del centro, tanto que la carrera séptima quedó permanentemente vedada entre las calles séptima y once por cuenta de tantos fantasmas que asedian la labor del mesías. ¿Pero a son de qué me prohiben a mí comprar unas cervezas en un supermercado a tres o cuatro kilómetros de distancia?
En fin, hoy es el día en que celebramos no ser más españoles de segunda mano sino colombianos de tercera. Campeones en número de países que nos exigen (y nos niegan) visa y nos revisan el colon en los aeropuertos. Día de colgar la bandera y ver películas malas en la televisión nacional (qué adjetivo más desacertado). Me voy a caminar un rato.

sábado, julio 15, 2006

Plantilla

alojamiento cortesía de photobucket.com
Abandono la plantilla negra por una que resulte más cómoda para la lectura. Procuraré no hacer muy seguido cambios tan abruptos. Pensaba ahora en los tiempos en los cuales traté de hacer cosas divertidas con del DHTML, pero me aburrí rapidísimo cuando me encontré con la cantidad de cláusulas y precauciones por los tipos de navegadores y sus versiones, amén de la API de cada sistema operativo. Esa es una de las razones por las cuales detesto encontrar en un sitio los anuncios de "se ve mejor con..." o "no insista, pagina diseñada para ver con...". Pero bueno, esa tragedia persigue a muchos estándares, como me ha tocado ver en recientes epopeyas con códigos de supuesto alcance universal.

Treinta años

El 11 de julio de 1976 falleció en Bogotá León de Greiff, mi poeta favorito. La fecha justa de este aniversario me tomó esclavizado por los plazos finales de un proyecto. Este post, y otros que se me ocurran durante la semana, serán mi forma de recordar al poeta que no vivió de sus poemas, tampoco de la profesión de ingeniero, cuyos estudios no terminó. El antioqueño que se hizo famoso por hacer poemas y no por hacer empresa, el poeta que se la ganó trabajando en la construcción de ferrocarriles, tras de una ventanilla y dando clases. El constructor de un insondable universo de palabras, la cuales nos sorprendieron tanto más cuando hallábamos la mayoría en el diccionario, comprobando que más que un fabulador de neologismos era un gran cultor de nuestra lengua materna.

Sonatina

Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, echar
más favilas al viento,
más guijarros, más lascas, más jacillas al mar.
más sueños al azar,
más azar al soñar,
más líneas de tangencias y de evasión al cavilar.

Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, otra vez dar
de beber al sediento,
de yantar al hambriento,
de atesorar al avariento...
Otra vez dar de amar y de yogar al sediento, avariento y hambriento del liento
surco del taladrar, del singlar, del arar, del navegar, del sembrar, del fecundar, del germinar,
[del cosechar...
Yo siempre digo como siento.

Yo siempre digo lo que siento,
yo siempre vivo como siento,
yo siempre escribo lo que siento,
yo siempre escribo cuando siento cuánto siento, sin cesar, sin cejar,
y siempre con aromas y ritmos, melodías y pasmos del soñar -al azar-,
siempre con ácidos y sales y heces y posos del pensamiento.
Yo siempre escribo lo que siento,
lo que siento o presiento sentir, rudo, hasta muy más -a lo hondo- del lacerar y el lancinar
mi corazón. Y lo que siento siento y presiento sentir, duro, cuando el cogitar
-pensieroso- hasta muy más -hacia el ápex- del meditar,
del cavilar hecho martirio, lacra, estigma, tormento.

Todavía irrumpir, ogaño. Todavía. Otra vez. Otra vez echar
más pavesas, vilanos, más briznas de bazofias de basuras al viento,
más cenizas y escorias y zurrapas al mar,
más abalorios y falaciosos oropeles y espejismos falenciosos al soñar -al azar-.
Más azar, más albures y suertes, más mitos delusorios y fábulas ficticias al soñar.

Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, para dar
de yogar y de amar y se herir, de folgar y extasiar y yacer al aún turbulento;
de beber, de placer y soñar -pero nunca en jamás le saciar-,
al de sólo de ensueños y fervor y furor y de ardor y de amor y de sedes opulento.
Yo siempre siento lo que doy en pensar.

Yo siempre siento lo que doy en pensar.
Yo siempre pienso lo que doy en sentir. Siempre siento
lo que doy -al azar- en trovar e idear, en soñar y ensoñar e imaginar
y, -juglar,
ministril, minnesinger, trovador y poeta-, en fabular...
En fabular y fabular
con heces y color de fantasía, nébulas irisadas de ficción, sombras del divagar;
en fabular y fabular
con perfumes de almendro y de azahar-
y ritmos y armonías y melodías en peregrino modular,
y en contrapuntos y contracantos, discantes y secuencias del errabundo maquinar;
en fabular y fabular
con ácidos y sales y tósigos y tóxicos y filtros y heces y posos del pensamiento virulento.

Yo siempre siento lo que doy en pensar.
Yo cuento siempre como siento:
como siento y presiento sentir y presentir entre las venas, entre su red tentacular,
hasta muy más -en lo profundo- de lo anímico y medular,
y como pienso cogitar -pensieroso-trascendente- y soñar, ensoñar y vagar
-infraconsciente- hasta muy más allende (a la cima, a la sima) del befar,
del zaherir, de la locura en serio, del disparate, la bufonada, el esperpento.
Yo siempre pienso como siento,
yo siempre siento como cuento el invento y el intento y el portento
del momento.

Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, derramar,
emanar, dimanar, y -con ello- aromar. Aromar:
de zábila es, de sándalo de amomo la savia que me resta dispender...
Otra vez reverter,
con ello deterger, derruir, corroer: son ponzoñas letales las hieles que me falta propinar,
las hieles que me falta consumir...
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez, otra vez irrumpir:
sólo cuenta el minuto, sólo vale el momento en movimiento.
Sólo importa el instante del catar:
sólo importa el instante en que se toma, se posee y se goza al pasar:
y el efímero instante del catar, saborear, gozar y disfrutar y poseer...
Todavía irrumpir.

Todavía irrumpir. Irrumpir otra vez... No cïar.
Todavía irrumpir. Siempre izar, no amainar.
Todavía irrumpir, irrumpir otra vez. No anclar en el recuento
de fazañas, proezas, de éxtasis y deliquios de dulce memorar,
de capitoso retrotraer,
de deleitable revivir...
Todavía irrumpir.
Irrumpir otra vez. No amainar. No cïar. Jamás anclar...:
menos -al pairo y en carena- enmohecer.
Aún menos, incurrir en el recuento de lo que pudo ser,
ni en el de empeños vanos y fallidos conatos, hechas de delinquir o de perder,
delusorias estancias, aciagas estadías, embaidores mirajes, -de sollozo y lamento...-
Todavía irrumpir. No cejar. Todavía irrumpir.
Todavía, todavía irrumpir: si todo ha de finar,
todo de se abolir,
si todo ha de finar, de caducar y de periclitar y de parar
-memento- en el Memento.
Si todo ha de caer
en el no ser, si todo ha de finar y concluir
en el se ir:
sabio es vivir viviendo a toda hora, toda hora, sabio es vivir, vivir.
Vivir el día ya, vivir el día desde la albada hasta el atardecer.
Vivir el día hasta el se echar
en cómodo decúbito y yacer.
Vivir el día el día sin cesar, sin cejar.
Sin cesar sin cejar y erigir:
y erigir a lo efímero, de lo efímero, con lo efímero, perenne monumento.

Yo siempre vivo lo que siento,
yo siempre pienso como siento, yo siempre siento lo que cuento,
como invento y de intento:
con aromas y ritmos, melodías y pasmos del soñar -al azar-;
como invento y de intento...

Para echarlo a volar y a danzar, a danzar y girar,
para echarlo a danzar,
a danzar y bogar y vagar,
a danzar y volar, parabolar, cabriolear y revolar
con el viento,
con el viento -que es viento para el viento,por el viento, en el viento...-
León de Greiff, 1955

sábado, julio 01, 2006

Qué puedo decir

Del duelo de paquetes ha sido puesto en evidencia el mayor de todos. No me puedo quejar a ese respecto. Lástima que Argentina no hiciera lo necesario para mantener su ventaja, porque a todas luces era más equipo que Alemania. Con una sola opción de este lado de los Pirineos, la copa se queda en Europa. Qué mundo loco.