jueves, agosto 31, 2006

Donde la séptima cae en desgracia

Hace unas semanas me quejé de la cara real de la más ostentosa de las localidades bogotanas. Hace poco la volví a visitar y disparé unos cuantos intentos fotográficos desde mi privilegiada posición en el bus que para va de La Inmaculada al Perdomo. El movimiento del vehículo malogró la mayoría de las fotos. Rescato este par, donde se ve parcialmente el aspecto de los barrios de ladera y la zona comercial con moteles y todo; y un detalle del cuadro feo de las canteras.
Alojamiento por cortesía de photobucket.com
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miércoles, agosto 23, 2006

Reyes consulting

Las Farc son una institución, en el sentido de su persistencia en el tiempo y en su organización interna, su disciplina y la obligación de sus miembros de adorar el carácter sagrado del aparato. Como protagonistas del régimen, como una de las más perniciosas influencias de nuestra política y nuestra economía, tienen también rasgos típicos de ciertas empresas familiares, con sus delfines pintorescos e incompetentes. Su cara política y su burocracia interna están llenas de homólogos de los más abyectos personajes del otro régimen, el de la [otra] política tradicional.
Allá adentro también tienen sus Turbays, sus Bedoyas y sus Ponchos Renterías. Difícilmente autorizan que su Noemí Sanín saque el clásico gesto de "si no sabes la respuesta, sonríe"; pero sus Pachos Santos, su Jorge Alfredo Vargas, sus Pretelts, etc.; no se aguantan las ganas de pelar el cobre, menos si tienen al frente a alguna de esas mataharis del micrófono, capaces de cualquier acrobacia para hacerlos cantar.
Pero sin duda el trasunto de la torpeza y la corrupción estándar del político 'fariano' es su vocero, A. 'Raúl Reyes'. El exgerente de oficina bancaria, repetidor indolente de las clásicas fórmulas recomendadas para la militancia; como no responder por las cosas sino desviar a la maldad del contrario, o quedarse callado y mirar con cara de claymore a quien lo corche. Reyes es un recitador, no un interlocutor con quien se pueda interactuar. El rictus del sicario, que se sabe diciendo frases cargadas de amenaza y prepotencia desde la impunidad de su cargo.
Lo más grotesco del caso es la manía que tomó la prensa de tomar sus declaraciones como verdades certificadas. En un solo año vimos un video con cortes de edición, presentado en el noticiero CM&, donde Yamid Amat fingía entrevistarlo en directo desde un estudio y el tipo derramaba sus arengas sin ninguna voz que lo controvirtiera, tal como en el monólogo más sonado de este período; también la declaración de Jorge Enrique Botero, defendiendo su chisme sobre el embarazo de Clara Rojas, "Raúl Reyes me lo dijo mirándome a los ojos". Para rematarla viene una nota de El Tiempo, basada en lo que AFP le contó en español sobre un artículo en francés, a sugerir que la palabra sin compromiso ni credibilidad de semejante personaje, da para ser asumida como prueba de supervivencia de Ingrid Betancourt. Una omisión así de chiquitica: Le Figaro incluye la opinión del comité de apoyo a Betancourt acerca de qué entienden ellos como prueba de supervivencia.
Que se agarre bien fuerte Price Waterhouse, porque la credibilidad de este badulaque parece estar en un plano de infalibilidad que va a destruir su modelo de negocio.

viernes, agosto 18, 2006

¿Al fin qué?

No termino de entender la farragosa explicación de un proyecto de ley que busca obligar a las personas infieles a aportar en el servicio de salud de sus amantes y participarles de su pensión.
Según el ponente es para liberar un montón de cupos del régimen subsidiado. Luego aclara que no se trata de promover la infidelidad, pues los aportes harán más difícil ocultar la felonía. O sea que no serán tantos los cupos que se liberen. Más bien se corre el riesgo de que, ante los costos adicionales del adulterio, se den adioses en cantidad suficiente para hacer colapsar el sistema de salud en general.

jueves, agosto 17, 2006

Esas nubes oscuras

Hace como una semana vi un atardecer bien raro. La clásica tonalidad rojiza de ciertas épocas del año enmarcaba unas nubes densas y oscuras. Mi cámara no da más y a esa hora la luz artificial se entrometió. Esto fue lo que obtuve:

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lunes, agosto 14, 2006

El cartón

Será porque se supone que es un tema que a uno le interesa que uno se aguanta leer las anodinas columnas de Guillermo Santos Calderón en la sección editorial de El Tiempo. También porque se supone que, siendo esa casa editorial tan importante empresa de medios y dueña del portal quizás más importante del país en Internet, toca estar pendiente de las posiciones del supuesto experto y especialista de la familia. Ahora se le ocurrió la gran idea de llamar teoría suya a una vieja propuesta que, aunque no tiene presencia formal en Colombia, aplica de hecho en la vida profesional y en otros países hace parte de la reglamentación de muchos gremios.
En Estados Unidos la licencia profesional de un ingeniero está supeditada a la presentación de pruebas quinquenales de conocimientos, con posibilidad incluso de ser devueltos a las aulas, precisamente porque se ha puesto en cuestión su capacidad de autoaprendizaje. El mercado mismo descarta a muchos por el tiempo transcurrido desde su grado y por su falta de actualidad. La columna es tan baladí que parte de la pregunta extrema acerca de la validez de un título de ingeniero del año 67. Los comentarios traen de todo pero evidencian el flojo conocimiento que tiene Santos acerca del mundo práctico que viven los egresados de la misma profesión que él tiene (Ingeniero de Sistemas, por allá de los setentas).
En últimas, es un tímido arañazo a una cosa que hace tiempo está cuestionada de facto: la infalibilidad del cartón, del título, como fuente de credibilidad en la calidad del trabajo profesional. Pero la solución no puede ser la expansión alegre de requisitos para que las instituciones educativas se ataquen a ampliar su portafolio con malas ofertas de venta asegurada. Hay que incrementar el ambiente de competitividad y formar a los que vienen en la disciplina del aprendizaje permanente, del contacto interdisciplinario y la práctica real de la innovación tecnológica, no la simple recitación de lugarcomunes como los que habitan la columna que hoy comento.

miércoles, agosto 09, 2006

Un Verano en Bogotá

Aquí no hay estaciones, pero se puede ver un sol así de intenso a las 20:15 por cuenta del descuadre del reloj del transmilenio.


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En realidad eran las 13:15, pero aprovecho esta visión pasajera del verano de los trópicos para celebrar que se realice una nueva versión del "Festival de Verano". Tal vez esté corto de tiempo para atender eventos, pero me complace que haya quien todavía apueste a una ciudad para ver y tocar y gozar. Hace dos años gocé con Los Van Van y el año pasado asistí al concierto de Vicentico; no sé cómo vayan a clausurar, pero el evento del carnaval va a empalmar con "Salsa al Parque" y no me puedo perder al legendario Henry Fiol.

martes, agosto 08, 2006

Esta es la política

Lo más brillante que he escuchado en boca de un deportista.

lunes, agosto 07, 2006

Sobre Fidel

Caballo está enfermo y, como en la canción de Santos Discépolo, ya algunos se prueban la ropa que va a dejar. Ahí es donde se dan cuenta literalmente de la talla de lo que quieren reemplazar. La dirigencia cubana se debe estar dando un festín informativo con la cantidad de peladas de cobre que salen por todas partes. También actúa con prudencia, porque sabe muy bien lo que hay en juego. Desde afuera, suenan duro los anuncios sobre el retorno de la democracia. Quedando tan pocos testigos de la última contienda electoral como se concibe en otros países, vendría a ser la implantación de esa forma de elegir los representantes. Esas cosas no funcionan tan de la noche a la mañana y la formalidad política es apenas uno de los problemas.
Con una de las más cortas carreras poscoloniales en el continente, Cuba tiene muy poca experiencia en el modelo de democracia liberal occidental. Dictaduras y caudillos de largo aliento han primado en el corazón político de los cubanos. Manejar el gobierno se ve como cosa de mayores, de seres de leyenda. Cuando pregunté a militantes comunistas sobre qué venía después, no me respondían y más bien rogaban al altísimo que ese momento nunca llegara. "Él es la unidad de los cubanos y si no está quién sabe para dónde vamos". Cuando hay un papá que se encarga de tener todas las ideas y de asignar las tareas correspondientes, algunos se malacostumbran y no tienen cómo imaginarse un después. Y no fue solo la manía comunista del culto a la personalidad la que lo llevó a ese papel de todopoderoso imprescindible. En parte también se debe a esa tradición caudillista y a la obsesiva guerra personalizada de sus adversarios. Un éxito de timba, censurado por el régimen, decía que había que conseguir un palo para darle al 'mango'.
Mientras sus detractores dedicaron décadas y dólares a destruir su imagen y conspirar contra su cuerpo, se consolidó un sistema, lleno de vulnerabilidades pero con un montón de gente organizada para respaldarlo. Gente que no fue como él, moldeada por esa historia personal del hijo de un rico ganadero, educado por jesuitas y luego partícipe de la política estudiantil universitaria; rápido en compensar el desdén de sus amigos norteamericanos con sucedáneos ultramarinos y curtido negociador. Allá dicen que él es digno representante de los orientales (los de las provincias del Oriente de la isla): gran conversador, engatuzador, carismático. A veces sin hacerse entender fascinaba, no descartaría que no haya perdido tal don. Los que siguen son funcionarios en el sentido más práctico de la palabra. Son ruedas de engranaje, sin ganas de brillar, pero disciplinados militantes (tanto que no ven mucho más allá de su función).
Pienso que Cuba paga duro el precio de su disfuncionalidad con un mundo difícil de evadir. Eso tiene que afrontarlo. Las conquistas sociales tienen muchos atenuantes en su soporte orgánico. Salud gratis sin suministro completo de medicamentos (gratuitos aunque de muy difícil importación, pero misteriosamente disponibles en los 'shopping' a precios internacionales, es decir inalcanzables para el ingreso normal de un empleado de allá; también de acá, no la vengamos a montar de primermundistas). La educación tiene sus limitantes. A mí, como habitante de un país mucho más liberal en esas cosas, me alcanzan a asfixiar ciertas intromisiones presidenciales en temas académicos; allá me sentiría mucho peor.
Curiosamente, aquellas facilidades de la vida moderna que disfruto en Bogotá, que sin ser de clase alta puedo ver acá como no podría en Lima; aquellas comodidades y necesidades propias de mi estilo de vida que me hacían decir no hay, no veo, aquí no tienen... contrastaban con las cosas que colombianos mucho más pobres que yo notaban que sí había. Las privaciones de la gente necesitada de nuestro mundo rural en depresión y de ciertos cordones de miseria (especialmente en Bogotá y Montería) llegan a extremos que hacen parecer nórdico al más infortunado cubano.
Ciertos funcionarios cubanos decían que la mejor solidaridad con su revolución era que uno hiciera la de su propio país. No ando interesado en hacer revoluciones, pero ahora que lo veo el mejor aporte que uno podría hacer a la democracia y a la inserción exitosa de Cuba en el concierto mundial es trabajar por la productividad y el desarrollo democrático del país de uno. Como tantas obsesiones benefactoras, termina uno entendiendo que para dar sí es importante tener.

domingo, agosto 06, 2006

Oh, Capital... mi Capital

Antes de acostarme quiero decirle feliz cumpleaños a mi amada ciudad, a la que vi por años plena de luces desde el penthouse de la ciudad. No uno de esos del norte, pobres en amplitud, sino desde el fresco suroriente, donde los barrios tienen nombres chéveres como La Gloria, La Victoria, La Belleza y Atenas. Allí donde tuve la fortuna de pertenecer a la última generación que vio más o menos limpia la Quebrada La Nutria y viví una infancia llena de sonidos populares, películas mexicanas, y donde llegué a consagrarme entre familiares y amigos con mi inspirada versión de "la de la mochila azul", el memorable éxito de Pedrito Fernández. Intentos colectivos de suicidio en carros de balineras como solo se viven en un barrio de ladera, banquitas con pendiente y cross country. Canciones de Leonardo Favio, de Vicente Fernández, de Diomedes Díaz, Abba, Kenny Rogers y la inolvidable Cucharita de los primeros Carrangueros de Ráquira.
Una vez me llevaron a ver un circo ruso en el Coliseo El Campín, ese que ahora solo se usa para el culto y eso era peregrinar al norte; de paso se vivía la exótica experiencia de comer Pizza en la 30 con 53, en un local de la desaparecida Pizza Nostra. De hecho cuando íbamos al Sears yo sentía que era ir como a Nueva York, porque allá estaban todos los juguetes que uno veía en la televisión pero no en el comercio del barrio. Incluso vi una cosa que nunca se borró de mi memoria, tanto que cuando voy al Casa Estrella de Galerías recuerdo muy bien en qué parte lo exhibían: el computador Sinclair, hito legendario de la carrera por el computador hogareño comprable. De hecho, esa es una obsesión sobre la cual pienso volver. Por entonces pasaban en televisión colombiana a Mazinger Z, del cual me perdí muchísimos capítulos por el racionamiento de energía del 81; no así con "El Último Mohicano", miniserie que desencadenó mi carrera por leer las novelas de aventuras básicas, clásica iniciación de mi carrera como lector... Y llovía y llovía.
Esa Bogotá permanentemente nublada, gélida, lodosa; se fue llenando más y más de excepciones soleadas, al punto de hoy presenciar escenas exóticas como venta de gaseosa helada en los semáforos. Los niños no usábamos pasamontañas y solo cubríamos la cara para jugar a los pistoleros (bueno, cuando la toma de la embajada en mi barrio se jugaba a los guerrilleros, pero eso rápidamente dejó de ser divertido) o a los ninjas. Luego vino la edad de recorrerla más, de ir más seguido al centro, de esperar bus en la Décima con Jiménez en actitud paranoica, de hacer septimazos; de salir de paseo por la Sabana y ponerse cita en uno de los puentes numerados (el primero, el segundo y el tercero) de la autopista norte. De conocer y habitar la Biblioteca Nacional y la Luis Ángel (hacer una cola imposible para entrar a la una y ver cerrada la otra durante el 89-90, qué sequía de año).
Lástima que cierta gente decidiera usar la fecha natal de mi ciudad para descargar su 'little boy' y arrancar doscientas mil almas de Hiroshima; para mí es imposible separar los dos sucesos. Para mis adentros quiebro una lanza...
Feliz cumpleaños, amada capital.

sábado, agosto 05, 2006

Manipulación

Ayer comenté las características extremas de perversidad que la noticia sobre la bomba de Cali traía. La edición impresa de El tiempo trae la aclaración sobre el papel de James Fernández Sandoval en el atentado. Es decepcionante que en medio de semejante situación tan monstruosa aprovechen los artífices de la propaganda para manipular las emociones de la gente. La veracidad del escenario de un civil manipulado o engañado por las Farc para ser llevado como mula al lugar de la explosión es plausible. De hecho la sola idea de poner una bomba para herir, matar y destruir es por sí misma condenable, sin atenuantes. Pero no hay derecho a mentir de esa manera, aprovechando la lógica reacción de rechazo que asiste al público.

viernes, agosto 04, 2006

Qué semana

Esta semana corrí por mi vida. No en el sentido dramático del inminente riesgo, sino por el de ciertos apremios que pueden ser estratégicos para la realización de mis aspiraciones profesionales y vitales. Estoy muy agotado, pero creo que las cosas tienen buenas probabilidades de salir, eso me permite caer dormido con una sonrisa.
Viene fin de semana con feriado, el puente del 7 de agosto con posesión presidencial. El día de cantar ese himno ignorado por muchos, el de "saludo adorada bandera que un día...". En la primaria vestí alguna vez de soldado criollo y un hermano mío hizo de español, más vistoso su disfraz, por cierto; aprendí un pasaje del libro de historia - el cual tenía que leer en el acto solemne - para sorprender a los profesores repitiéndolo de memoria. A esa patria heroica la quise, la admiré a pesar de no ser sus batallas tan vistosas como las de Sankukai (aquí más).
Pasaré un fin de semana no muy callejero, debido al blindaje de la ciudad, el cual hará incómodos y lentos los desplazamientos. En un post anterior comenté con sorna el asunto de la ley seca como medida de seguridad antiterrorista. Me ratifico, pero me siento muy molesto por ese asunto de las bombas. La imagen de ese señor, estallado junto con el vehículo, llevado a la muerte como mula, me llena de rabia y decepción frente a las formas tan perversas que pueden tomar el orgullo y la estupidez. Aquí nadie está para atentados suicidas. Bien podemos ser los colombianos unos amigos irredentos de la vida riesgosa, algunos gozadores de la velocidad y el asedio de la muerte, otros impávidos ante cualquier amenaza o perseguidores de venganzas atizadas por la pasión más insana. Pero nadie aquí bota su vida de esa manera; solo homicidas dispuestos a romper cualquier límite, siempre y cuando sea con la vida de otros, pueden estar detrás de una monstruosidad así. La gerencia de la masacre, con sus metas y sus presiones, alimenta con la sangre de cualquiera su imbécil leviatán de odio y sectarismo, solo para que caiga sobre ella multiplicando la sinrazón.