lunes, mayo 21, 2007

¿Qué sigue?

Hoy El Tiempo saca una nota superficial acerca de la reciente efervescencia de paros y marchas estudiantiles en Colombia. Hasta el momento he comentado un par de cosas al respecto. Un reclamo procedimental contra la práctica de condicionar con obstáculos físicos la incorporación a una condición de cese de actividades, un testimonio visual del hecho, una mofa a la cantinflesca presentación de uno de los profesores encargados de aportar al "nivel" de la discusión y un diálogo ficticio (alimentado de lugarcomunes reales) a manera de catarsis a propósito de ciertas conversaciones que me ha tocado tener. También he colgado comentarios en El Pasquín, en Equinoxio, en uno de los blogs de la asamblea, en el de Alejandro Gaviria, en el de Lanark y en el foro de Laneros.com.
Respecto a lo de El Tiempo, hay que ver la ausencia de referentes en el tiempo acerca de los fenómenos comentados. Anacronismos (la matazón de profesores y estudiantes de la Universidad de Antioquia en los ochentas, como ocurrida después de la caída del muro de Berlín), análisis amañados y tergiversaciones (hablan de las puertas cerradas de la Universidad Nacional, cosa que no es cierta, salvo en aquellos edificios bloqueados por los paristas). Pero bueno, ya comenté en esos sitios, ahora comienzo a exponer mipostura aquí.
Primero que todo, la materialización de este paro de gran alcance tienes dos componentes principales. El primero es que la institución como tal está preocupada por el riesgo presupuestal y por eso no confronta al movimiento parista, el cual tiene que ser su aliado natural en las gestiones de lobby y los procedimientos judiciales contra el plan de desarrollo. El segundo es la utilización del largamente cuestionado procedimiento de los bloqueos físicos, como forma preferida para convocar asambleas o impedir la realización de actividades laborales y académicas. Parte de lo novedoso es el uso desmedido de pupitres y otros muebles frágiles para tal fin; eso antes no se hacía. Sí vi en el pasado paros "apretados" mediante el encadenamiento de puertas o con troncos o escombros atravesados. Ya es bien poco legítimo algo que se hace ocurrir tan a la fuerza, pero esa conformidad moral con el acto destructivo, como si fuera genial, necesario, inevitable y loable; nos distancia a mí y a muchos de la posibilidad de dialogar respetuosamente con los líderes de esta situación, sí que menos con quienes esperan a ser liderados y no se preocupan por preparar una discusión.
Lo otro es el vector del cumplimiento de un cronograma de protestas, convocado por instancias partidarias y con intereses mucho más mundanos que el futuro de la Universidad. Es legítimo que la oposición política entre a hablar de los temas de interés nacional y que tenga interlocución también con la Academia. Pero utilizar la preocupación de la comunidad para provecho de sus pretensiones electorales vulnera algo que ha sido caro y difícil de lograr, la autonomía de la Universidad, su carácter crítico y no confesional. De hecho el cronograma legislativo, el de la sanción presidencial y los tiempos del tramite judicial de las demandas de inconstitucionalidad nada tienen que ver con esas fechas, las cuales sin embargo se imponen como si su no cumplimiento representara la caída al abismo. Por otro lado, la Academia merece respeto. Los oradores de la CUT, las facciones del Polo y otros que han asomado allí llegan con consignas, tremendismos, difamación (un "profesor" cuestionaba las posiciones que Gustavo Petro ha expuesto contra las Farc en foros internacionales, inventando palabras que no fueron mencionadas por él y desvergonzadamente tornaba su perorata sobre el régimen narcoparamilitar y mafioso en una apología a la combinación de las formas de lucha, arrancando menos aplausos cuanto más pelaba el cobre).
No tengo militancia ni agenda política por la cual responder en estos momentos. Paradójicamente he desarrollado más mi participación política en este mundillo de los blogs que en mis escarceos del medio universitario. Eso me da cierta flexibilidad de cuestionar más equilibrado a unos y otros, sin renunciar a proponer. Como no propongo el color de la camiseta, ni siglas, ni cartillas, me puedo centrar en proponer perspectivas de análisis y concertar conductas. Me molesta que los políticos vean a la juventud universitaria como fuente de muchachas en jean y camiseta para subir en la bandeja de una camioneta a gritar el nombre de un candidato. El correlato de esta práctica es generar tumultos en el auditorio o en las marchas, para que solo abucheen, aplaudan o griten consignas. Si algo teníamos de valioso y antipático en la Nacional era la manía de hacer preguntas incómodas, de ser pilos y críticos. Hubo también asomos de brutalidad, de pretensión de fuerza para intimidar al contradictor. Pero la historia nos demostró hace rato que el monopolio de la atrocidad y la camorra está más por los lados de quienes detentan el poder (incluido el paraestado insurgente). Por eso mi postura crítica ante el movimiento, su asamblea triestamentaria, sus supuestos apoyos en los aparatos de izquierdas y en general ante los vicios discursivos que promueve en la Universidad. En ese sentido desarrollo a partir de hoy una exposición más formal y directa de mi postura.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Victor, gracias por mostrarnos las modalidades de la protesta, pero ... el contenido? qué opina? (y no creo que haya que ser "militante matriculado" para tener una opinion).

saludo!

o-lu
http://socioenlinea.blog.lemonde.fr/