viernes, agosto 04, 2006

Qué semana

Esta semana corrí por mi vida. No en el sentido dramático del inminente riesgo, sino por el de ciertos apremios que pueden ser estratégicos para la realización de mis aspiraciones profesionales y vitales. Estoy muy agotado, pero creo que las cosas tienen buenas probabilidades de salir, eso me permite caer dormido con una sonrisa.
Viene fin de semana con feriado, el puente del 7 de agosto con posesión presidencial. El día de cantar ese himno ignorado por muchos, el de "saludo adorada bandera que un día...". En la primaria vestí alguna vez de soldado criollo y un hermano mío hizo de español, más vistoso su disfraz, por cierto; aprendí un pasaje del libro de historia - el cual tenía que leer en el acto solemne - para sorprender a los profesores repitiéndolo de memoria. A esa patria heroica la quise, la admiré a pesar de no ser sus batallas tan vistosas como las de Sankukai (aquí más).
Pasaré un fin de semana no muy callejero, debido al blindaje de la ciudad, el cual hará incómodos y lentos los desplazamientos. En un post anterior comenté con sorna el asunto de la ley seca como medida de seguridad antiterrorista. Me ratifico, pero me siento muy molesto por ese asunto de las bombas. La imagen de ese señor, estallado junto con el vehículo, llevado a la muerte como mula, me llena de rabia y decepción frente a las formas tan perversas que pueden tomar el orgullo y la estupidez. Aquí nadie está para atentados suicidas. Bien podemos ser los colombianos unos amigos irredentos de la vida riesgosa, algunos gozadores de la velocidad y el asedio de la muerte, otros impávidos ante cualquier amenaza o perseguidores de venganzas atizadas por la pasión más insana. Pero nadie aquí bota su vida de esa manera; solo homicidas dispuestos a romper cualquier límite, siempre y cuando sea con la vida de otros, pueden estar detrás de una monstruosidad así. La gerencia de la masacre, con sus metas y sus presiones, alimenta con la sangre de cualquiera su imbécil leviatán de odio y sectarismo, solo para que caiga sobre ella multiplicando la sinrazón.

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