
Y ninguno era de Santa Fe.
... la ciudad regresará -como parece estarlo haciendo- a la política de antes de los 90: la de los lazos familiares.Lo que me inquieta del título y la última frase es la insinuación de oscuras correrías de Gurropín por la inhóspita jungla chocoana. ¡Juemadre, es que no se parecen ni un poquito!
... yo creo en la representación. La democracia participativa solo funciona en unos cantones suizos donde la gente no tiene nada qué hacer y se la pasa participando.
Quizá no haya habido en el mundo nada comparable a lo del 4 de febrero. [...] nunca un fenómeno de tal naturaleza había desbordado los límites geográficos del país para proyectarse, como en este caso, a 156 ciudades de los cinco continentes.No, pues, menos mal no saltamos todos al tiempo porque descalibramos la eclíptica. A continuación, el General (R) expone la receta para el éxito de las expresiones de masas (y pónganle cuidado, camaradas, que este man fue el que como brigadier quiso tomarles delantera a las guerrillas en la UIS y terminó por ahí derechito entrenando posteriores comandantes del ELN).
[...] el principio de la autoridad es el de ser indiscutible. Es porque es; tan pronto invoca la razón, se suicida...Del objetivo dice el ex ministro:
Único. Preciso. Sin necesidad de respaldo argumental alguno.Como un flato o una orden discrecional. Como tiene que ser. Con lo del liderazgo, se le salió el Eduardo Galeano neomamerto:
[...] fue reemplazado por unos jóvenes que intuyeron la posibilidad de generar esa chispa que, como en pajonal reseco, propagó el fuego e inició la movilización.Establecida la receta, viene el diagnóstico de la situación venidera:
¿Existirán los cuatro elementos enunciados atrás? No parece. Hay un proceso en marcha que ya ha desmovilizado y reintegra a diario a la sociedad o reinstala en el agro a centenares de 'ex paras'.Lo de la reinstalación se ha venido denunciando pero José Obdulio dice que no es cierto. El General destaca la ausencia de drama:
No existe la faz entristecida y deshecha de una Íngrid Betancourt, ni testimonios actuales de maltrato, brutalidad y deshumanización que revelaron las pruebas de supervivencia, ideadas para imponer una presión pública para la entrega de dos municipios a un proceso que no se debe repetir después de lo acaecido en el Caguán.Claro, nadie sabe para quién trabaja. Los facinerosos jodidus de marzo tendrán que hacer la carita del gato con botas de Shrek si quieren igualar el efecto patético de las imágenes televisadas hasta el paroxismo del irrespeto, junto con el audio lacrimoso de sus familias.
Para no hablar de los móviles sospechosos de los ideólogos de este intento. Y una movilización raquítica, en contraste con la formidable del 4 de febrero, preferible ni intentarla. Sin fe, ni entusiasmo, ni respaldo emocional no habrá multitudes. Unas simples preguntas: ¿dónde están los líderes? ¿Dónde los medios de comunicación que dieron a las marchas de febrero el impulso decisivo?Ahí está el detalle, como dijo MM, sin duda la situación de marzo surge de manera atropellada y aun difusa por la misma forma como se descalificó el 4-F (se parece al 79 en hexa); pero fundamentalmente soslayada o estigmatizada desde los foros periodísticos oficiales. Hay que ver que salvo Semana (señalada por Plinio Apuleyo Mendoza de estar infiltrado su consejo editorial por el Partido Comunista Clandestino), los medios tradicionales no han retado la ira santa de los áulicos de un gobierno que se montó sobre los hombros de personajes hoy sub judice y capotea su soledad a punta del carisma individual y el culto de la personalidad (como lo bautizó don Nikita). Álvaro Valencia ha reconocido en una línea el innegable papel de la intervención de los grandes propietarios de medios en la gran marcha y también la desconexión ética de los mismos con puntos sensibles de lo que se impugna el 6 de marzo.