martes, enero 29, 2008

La contradicción fundamental

Hace unas semanas mi atormentada existencia era transportada por un servicio corriente por las alturas de Sotileza, Gratamira y otros parajes del tránsito hacia la Suburbia. Fue entonces cuando escuché a otro pasajero preguntar a su acompañante por un conocido en común de ellos dos. La interrogada dio cuenta de que se había hecho sentir el 24 de diciembre con un extraño mensaje de texto, en el cual le deseaba la anorexia o algo así. Sacó el celular y leyó el mensaje, que efectivamente auguraba varios lugares comunes y la ataraxia. Recordé la pesada columna que publicó por esos días el sicorrígido ex militante de 'Firmes' (quien no se esperó a que dijeran "descansen" y terminó entendiéndole a Gerardo Molina - eso dice - que la cosa era con Álvaro Uribe).
Practico la enseñanza cristiana, que es en esencia la ataraxia: disposición de ánimo con equilibrio emocional, baja intensidad de las pasiones y los deseos, fortaleza ante la adversidad. ¡Eso es masoquismo!, dirán: ¡No! El sufrimiento madura el alma.

Yo metí la cucharada en la conversación de los transmilenícolas para explicar que la ataraxia es una doctrina patológica, producto del sobrecrecimiento de la neurosis, posiblemente en un entorno de carencias de iones alcalinos y ausencia de proteína animal desnaturalizada y bien sazonada; agravado, claro, cuando los pasantes son pálidos y austeros de sabor.
En mi vecindario de la Blogalaxia me he encontrado con el anverso de este mal, con apoyo audiovisual y todo. Remito allí para aportar a la documentación acerca de este debate esencial.


2 comentarios:

olu1 dijo...

Hola V,

Lei tu entrada-comentario en lo de Julian. Siempre admirando tu prosa memoriosa y atenta a tu animus politicus, qu euno no sabe por donde (no) reventara. Pero cuéntame, qué es lo relativo a lo de las ONG "Vencer o Paris?"

vulturno dijo...

Gracias por las flores.
La expresión llegó a mi vocabulario, y al de mi secta, por allá en el año 94, en un conversatorio sobre el pasado y el presente de alguna gente. La anécdota del 97 se circunscribe a ciertos mentideros del centro, poblados por aquellos que se han vuelto funcionarios de las miserias que dicen atender en sus actividades de gestión social. De abogados de presos políticos que mantienen una franja de condenados para poder juzgar políticamente al sistema (mientras que el difunto Umaña Mendoza apostaba antes que nada a la inocencia); de asistentes humanitarios que mandan exiliados como quien exporta café, manteniendo un caudal asociado a un financiamiento; de perpetuadores de cambuches interesados en la cuenta de desplazados como quien vive pendiente del Nasdaq y el Dow Jones; de los que rivalizan en presencia del tipo de la embajada gringa que les gira las platas del componente social del Plan Colombia (el mismo que decían rechazar por ese entonces).
Figuras notorias de esas, proclives al comentario belicoso y las posturas puras e incendiarias, generaron rumores y condenas contra la persona que mencioné. A veces dudo de si es tan 'dolce vita' su mascarada; pero sí es claro que sus lenguas buscan ser el margen izquierdo y oler a pólvora, amparadas en la inmunidad de la distancia que no les está concedida a muchos de los que padecen sus posturas y sus proposiciones.