viernes, septiembre 17, 2010

Mi dulce compañía

16 de septiembre de 2010, Bogotá. Una larga cola espera a las afueras del principal auditorio de la Universidad Nacional de Colombia, el legendario León de Greiff, un templo con solo 1619 sillas pero el misterioso poder de hacer sentir a la audiencia como si fuera la representación misma de cada habitante de este mundo o al menos de la mayoría. La razón es el anuncio de una conferencia por parte de la famosa activista, icono cultural de los setenta, aun comprometida con asuntos de raza y género y hoy consagrada a la causa de la abolición de las prisiones. Su nombre es Angela Davis y la primera imagen que cualquiera puede encontrar acerca de ella es la típica foto de alto constraste de una negra joven con su poderoso afro. Fue invitada por el Centro de Estudios de Género de la Universidad, junto con su colega Gina Dent, para la apertura de su nueva promoción de la Maestría de Género; semana de homenajes, lisonjas, conferencias de prensa y académicas.

Activistas feministas, de negritudes y LGBT; estudiantes e intelectuales alimentaron una multitud que rápidamente se hizo a todos los receptores de traducción disponibles mientras, debido al actual reglamento de seguridad del espacio, centenares quedaron por fuera. Algo de mercadeo del personaje, volantes de un combo que nos convoca a odiar al 'mito', a la traidora retrechera que no se parece a la pureza que a ellos les parece; un video repetido hasta el cansancio y finalmente el arribo de la estrella al escenario. Un aplauso entusiasta recibe a la ídola como es costumbre en este lugar (unos meses antes, un vocero del CERN fue a hablar del experimento del colisionador de hadrones y fue recibido como un héroe de fútbol, el campeón, el viejo barbicano que doblegó esos malvados quarks él solo; aplaudir es el deporte local favorito). Una famosa bloguera y escritora local actuó como maestra de ceremonias y presentó al Decano de Ciencias Humanas, el único hombre en la mesa, con su discurso sobrio y breve sobre la invitada. Entonces, cuando la directora del Centro de Estudios de Género comenzó a hablar, un sonido como de madera rota la interrumpió y un destacamento de encapuchados entró al escenario recibido por una confusa mezcla de consignas, aplausos (que no falten) y gritos de "fuera, fuera". Algunos vigilantes de la Universidad rodearon a la figura y, después de una breve charla, las organizadoras aceptaron el espectáculo que los visitantes inesperados habían preparado.

Banderas, consignas, la flor para la dama y un discurso que la traductora no entendió: la oda cliché a ella, la que los inspiró (al menos desde esa mañana), metáforas, más metáforas empalagosas y súbitamente la multitud exigió una mujer al micrófono. Esta oscura secta es el paroxismo del pluralismo y le mescolanza ecuménica de símbolos y discursos (en el mismo volante la bandera del M-19, un logo de las Panteras Negras y un símbolo anarquista), la clase de mazacote ideológico y show pintoresco que inspira los clichés tropicales de las telenovelas locales ("El Fiscal" y otros grandes papeles de Carolina Sabino) y de los lugar comunes de los festivales de cine franceses acerca de la Sudamérica rebelde y sus típicos activistas estudiantiles. Desde luego aceptaron que una representante femenina improvisara un discurso. Más palabrería y el público corrigiéndola por no usar el "lenguaje incluyente" un embeleco posmoderno y esotérico fundamentado en un silogismo torcido: ya que el lenguaje refleja la realidad social, cambiar el lenguaje cambia la realidad. De allí que no hay una palabra para "todos" que incluya a todo ser humano masculino o femenino bajo este cielo, porque ello 'invisibilizaría el género', uno está obligado a decir "todos y todas". Luego ella enloqueció a la concurrencia cuando afirmo que "nosotros creemos que hombre y mujer son complemento", recordando a todo el mundo la divertida respuesta de la Señorita Antioquia:


Los ninjas y las ninjos abandonaron el lugar y por fin comenzó la conferencia. La traductora inició su aporte a las carcajadas cuando Davis resaltó la generosidad del Decano y su médium interpretó 'el desempeño' (como una vez en la Alianza Colombo Francesa hubo quien tradujo 'Black Panters Movement' como 'Movimiento de los Pintores Negros') e hizo de la noche toda una experiencia catártica. Para ser franco fue más un discurso que una conferencia, no uno rabioso pero sí sentido. Me gustó. Ya conocía esos análisis sobre el sesgo racial en la política penitenciaria de los Estados Unidos y lo del complejo Industrial Carcelario; incluso sabía de las conexiones entre esas políticas y las que se han usado aquí en Colombia; pero uno, que ha celebrado que en los últimos años políticos tradicionales han vivido arrestos y procesos en su contra, no puede sinceramente aplaudir la reivindicación de la profesora Davis de la abolición de las prisiones. Ella lo sabe y por eso, cuando retomó el micrófono, después de las preguntas, insistió su opinión con una reflexión acerca del carácter multiplicador del crimen que tienen las cárceles y un par de consideraciones morales más. Una declaración final de solidaridad con el profesor Miguel Ángel Beltrán, procesado y preso actualmente,y todos abandonamos ese templo del aplauso y la pasión con muchas preguntas dándonos vueltas en nuestras aturdidas cabezas.

Post Scríptum, 20 de septiembre, gracias a la Pastoral Afrocolombiana por subir el video:


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