Vi en ESPN las finales del World Salsa Championship de Las Vegas, 2005. No me quedé a ver el final del programa pero casi. Las técnicas descrestadoras, los movimientos, las fintas, todo muy impresionante, pero me bastó ver a una pareja caleña darles sopa y seco a las demás para confirmar un viejo aserto del cual no me puedo bajar. En las danzas populares existen academias que convierten todo en estándares, en versiones de movimientos clásicos; pasa con el tango y con todas las que tienen alguna recepción importante en Europa y Norteamérica. Pero la forma natural del baile es un asunto más de expresión que de protocolo o norma, eso fue patente en la presentación que relato. La técnica brillaba más cuanto más auténticos eran los movimientos y más contagiaban una actitud sensual, gozona, difícil de enseñar mediante un currículo. La pareja quedó de tercera, según acabo de ver en la página del evento, pero el contraste es irrefutable.
Ya no salí a rumbear esta noche y el próximo fin de semana habrá política. De todos modos pondré mucha salsa y bailaré solo por ese gusto sin norma y sin formato.
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