lunes, abril 30, 2007

El 1 unitario

Fui por primera vez a una marcha de primero de mayo durante los legendarios setentas. Bueno, me llevaron, pues uno a los tres años desoye ese llamado colectivista y mantiene su rebeldía subjetiva. Los de la columna de al frente gritaban una consigna que parecía más un oscuro códice: pst, pst, peseté. Sí, se trataba de esa misteriosa variedad, conocida como trotskismo, o troskismo, para no gastar tanta saliva. Pocos años antes Luis Duque Gómez, rector paisa ultraconservador de la Universidad Nacional, prohibía las manifestaciones dentro del campus y consideraba tales a cualquier concentración de más de cuatro personas, condición para que la tropa de la Policía Militar procediera a disolver semejante multitud. Bien, curiosamente cinco personas es la masa crítica para que un movimiento troskista estalle en una disidencia. Esa expansión por gemación constituye un inquietante fenómeno político, con complejos cladogramas llenos de extrañas siglas. En fin, me llevaron esa vez y no volví a asomar a ese evento hasta los 19 años.
El ritual es bien polifacético y a veces desconcertante. Fundamentalmente es festivo, no importa que haya quien lleve la fiesta con cara de pocos amigos. Varias veces he llegado por la diecinueve con décima y es común que pase junto a la concentración de un sindicato que parodia el "Glory, glory, allelujah" con "solidaridad tenemos con nuestra organización". Aquellas agrupaciones que uniforman su presencia partidaria y persiguen en cada nueva versión una mayor distinción. El tipo de la cachucha con la bandera de Colombia, a quien uno ve en manifestaciones gobiernistas y antigobiernistas, el más fiel de los manifestantes. Algún solitario orador antisemita, volantes con todo tipo de rollos, proyectos armados, nuevos partidos, colectivos de pacientes, casi todas las variedades de skins, grupos de danza, viviendistas, desempleados, LBGT, desmatriculados,...
Mis incursiones en esta actividad comenzaron en una época de profunda desconfianza de los sindicatos ante el comportamiento díscolo y peligroso de las columnas estudiantiles. De hecho los estudiantes nos salíamos permanentemente de nuestro grupo para estimar el tamaño de la concurrencia y para desorientar y fastidiar un poco la compañía permanente de los antimotines, quienes se concentran en los retoñitos y sus pilatunas. Un amigo me contó que un combo tropelero se había disuelto años atrás, arrepentido por haber herido a un menor de cinco años, a quien se le clavó en una pierna la moneda expulsada por un peto. Valga anotar, es parte de la cultura sindical al respecto de esta fecha que sea una jornada para compartir en familia. De todos modos, seguí asumiéndolo como una actividad entretenida; a veces peligrosa cuando un amigo y yo satirizabamos algunas consignas, esos mantras llenos de paradojas e incompletudes, considerados incuestionables fórmulas teológicas por algunos. Estuve a prudente distancia del enfrentamiento que causo la muerte hace dos años a un niño quinceañero, a cuyo velorio asistí, confirmando mi actual postura frente a los límites racionales de la revolución de las hormonas. Ese caso tiene unas aristas tan filosas e intrincadas que mejor postergo su desarrollo.
Hace ya un buen tiempo que cuando asomo a la séptima lo hago en actitud de jubilado. Me hago en las gradas de la Catedral Primada junto a las celebridades canosas de las décadas del despelote. Ya no voy a ninguno de los almuerzos posteriores (con llamadas incluidas para averiguar por detenidos) y me conformo con ver viejos rostros conocidos con quienes ya solo trato en esa fecha. El tamaño de la participación sigue siendo la medida del ímpetu de la oposición. Esta vez el asunto trae el aderezo de la inminencia de manifestaciones callejeras de apoyo al presidente y la progresiva alza en el tono de ciertas expresiones antigobiernistas. El anticipo de una segunda parte de lo que pasó con la visita de Bush, esta vez con los agentes martirizados de ese día investidos de la justificación de la retaliación, ha sido más que evidente.
No quiero masajes suecos, ni hidromasajes, ni que me destruyan mi camarita. Además me queda un día para ir a la Feria del Libro y sé que puedo encontrar unos títulos de interés - despreciados por el demiurgo - a precios de remate en el stand de Crítica (y además tengo que sentarme frente a un editor de código a maquinar un diseño que me tiene harto acosado). Sin embargo acudiré por cuenta de uno de esas insondables condicionamientos que le moldean a uno los planes. Traeré chismes, eso sí.

Sigue la censura

Ahora aparecieron los celulares con censores incorporados. Detectan movimientos y facilitan la doblez. Big Brother watches.

domingo, abril 29, 2007

Defensora del gremio

Reclama la Defensora del Lector de El Tiempo, por las calidades que los periodistas supuestamente exhiben a la hora de tratar con el oficio de informar y que no nos son dadas a los demás mortales. Los periodistas (con honrosas excepciones) inventan hechos, distorsionan la geografía, emiten conceptos que piden real calificación profesional o consultan a los menos indicados (hace poco, City TV consultó a un "Ingeniero Bioenergético" acerca del tema de la salud en las proximidades de las líneas de alta tensión), trivializan hechos que piden profundidad, alientan prejuicios, prejuzgan, califican procesos, traducen mal (como la boba de RCN quien - a propósito de un discurso sobre la guerra en Irak - para "innocent casualties" escogió inocentes casualidades), asumen que la historia comenzó hace tres horas porque todo ocurre por primera vez... Y la Defensora del Lector defiende su celo profesional, cuando la gente especialista tiene más presión para ser responsable con lo propio de su especialidad, mientras afina las artes de la redacción periodística; en tanto un comunicador social no tiene para cuando sentarse a aprender la diferencia entre politraumatismo y traumatismo múltiple, o averiguar que lo que canta Jorge Velosa es Carranga y no Guascarrilera, que los fósiles (y más los bichos que antecedieron a la aparición de nuestra especie) son estudiados por la paleontología y no por la arqueología, que los volcanes de lodo no emanan lava, que "delito penal" es un pleonasmo,...
Pues de malas, Defensora. La mayoría de quienes aportan su versión a partir del privilegio de haber visto los hechos tiene alguna postura o algún referente de análisis para contextualizar lo informado y presentarlo de alguna manera. La blogosfera está también poblada de quienes le van a cuestionar imprecisiones, injusticias, falta de contexto y responsabilidad. Aquí se presenta una interacción a la que pocos de su gremio están dispuestos a tomar en serio, pues su oficio los tiene cazando la siguiente historia y tampoco tienen la calificación para ello.

sábado, abril 28, 2007

Lo típico

Con algunas amistades teníamos una charada acerca de ciertos incidentes caricaturescos de los visitantes extranjeros, la de ¿sí apguendió a bailag cumbia? Bueno, era uno de muchos, pues no faltó el rodillazo de sueca en el hígado, intentando coordinar algo de salsa, en medio de la impune oscuridad del Goce Pagando (o sea el de al frente de Uniandes); o la cara de espanto de una mexicana cuando unos amigos le contaban lo fácil que se contrataba un sicario en Colombia y - cuando ella preguntó cuánto pagaban (pensando en la pena carcelaria de los homicidas) - ellos le contestaron que desde diez mil pesos.
Pero el de la cumbia viene a colación porque es algo que nos pasa a muchos cuando creemos que los lugares son personas y que esas personas hacen, piensan y dicen lo que aparece en el artículo de la enciclopedia, en el cromo de la chocolatina o en el videoclip turístico. En las radios populares suena lo que esté moviéndose, no lo que se supone que es típico de la región o país. Supe de unas fiestas en un pueblito, a las cuales una sola vereda preparó algo folclórico tradicional, ensayado y ataviado como es de ley (por iniciativa de alguien venido de la ciudad, desde luego); el resto de la zona rural (paraquizada además) llevó el papi chulo. Sin embargo me gusta saber de esas rarezas, siento debilidad por los museos y las "vintage collections".
Las cadencias de los tiples en guabinas y torbellinos me seguirán elevando aunque siga el consejo de casi todos los santanderanos que conozco: "el festival ese es muy bonito, pero esa gente de Vélez es muy maluca". Cierta época de mi vida escuchaba los programas de música colombiana de Musicar, la Tadeo, la Radiodifusora y otras. Se me quedaron pegadas ciertas horrorosas adaptaciones corales con acartonadas voces tratando de cuadricular bambucos, pasillos y guabinas. Como un tema que hablaba de unas "campanitas de mi pueblo colombiano" cuya combinación de las voces femeninas y la percusión (que hacía de campanitas) me destemplaba hasta las vértebras. También el tono de Carlos Pinzón y su Zipacón, la villa musical de Cundinamarca. Para mí el noroccidente colombiano es imposible de reducir al estigma de la violencia, la canalización del fantástico y mítico Sinú o el narcotráfico. No se trata de reducirlo a otras pero hablo de música y tengo especial afecto por varias manifestaciones sabaneras inmortales. También ciertas piezas de excelente gusto y factura, como el legado de Bermúdez y Galán, me parecen esenciales en mi colección; paradójicamente siendo estas creaciones - en su época - objeto de estigmas comparables a los que bien merecidos tienen Daddy Yankee y Don Omar. Algo tan políticamente correcto como "Boquita Salá", con seguridad fue más condenado que el corito de "húndelo to" de cierta famosa champeta.
No ignoro que en muchas localidades florece y hasta triunfa la recreación de formas propias; pero pienso que los adjetivos como típico o tradicional resultan pretenciosos ante el protagonismo real de esos timbres y esos acordes en el acontecer de las personas, en su propia telenovela. También tengo claro que es absurdo pretender plena originalidad, habiendo tanta historia y tanta interacción de por medio. En algún momento de mi vida consumí algo del hippismo andino de los ponchos, charangos y quenas, con las facetas militantes (Inti Illimani, Quilapayún), las europeas (Urubamba) y lo que se podía escuchar en las casetes de los conocidos pastusos. Lo cito porque es el clásico ejemplo de sublimación de un rollo con una cosa que no tiene nada que ver: no hay certeza de qué melodías tocaban los indios con esos instrumentos, de eso no quedó grabación.
En fin, yo también salí varias veces a apguendeg a bailag lo que no sonaba ni donde los viejitos, a escarbar entre el polvo algún rastro de la vibración de esas notas o la inspiración de sus letras. Evadiendo que lo verdaderamente típico estaba en frente mío, golpeteando unos audífonos de alguien que me miraba con la compasión que se le tiene a un demente.

Ese debe ser el nombre

Pocas veces la fonética hace tanta justicia con una idiosincrasia.

viernes, abril 27, 2007

Un viejo chiste malo en el Yo-Yo Magazine

Un ícono de la Guerra Fría y otras tantas situaciones de confrontación ideológica de los Estados Unidos ha sido la revista Selecciones del Reader's Digest. Conozco a alguien que tuvo que devorarse innumerables tomos, ante la ausencia de televisión en un sitio de encierro ("cuidado") donde su familia la tuvo pasando un tiempo. De hecho una colección de más de cien ejemplares salta a la vista como un rasgo etnográfico relevante (y las he visto de más de cuatro décadas). Yo también, cuando estuve en sitios donde la sed de lectura solo se podía calmar con eso o con etiquetas de limpiadores para el piso, memoricé "Citas Citables", pildoritas de "La Risa, Remedio Infalible", asimilé decenas de artículos con el título comenzado en "yo...", conocí - presa por presa - el cuerpo de Juan y de María. Dentro de mi colección personal de objetos exóticos tengo unos ejemplares del 47 y el 48 de la edición cubana, con anuncios de firmas petroleras destacando las bondades de sus productos, como uno que habla de las "chaquetas" que les ponían a las naranjas para conservarlas (¡aich!). También conocí la respuesta soviética, la Sputnik, con el típico encolado dietético de la mayoría de los productos editoriales que llegaban desde el sol que iluminaba al mundo al localito de "Ediciones Suramérica", al lado del Museo del Oro por la "Calle Palau" (llamada así en memoria de un man atropellado por un tanque soviético y a quien la historia solamente le legó una placa en una callejuela bogotana). Mi "Problemas de Ecuaciones Diferenciales Ordinarias" de Kiseliov, Makarenko y el otro nombre raro que no me acuerdo, también suma al desprestigio de este tipo de productos que venían de por allá (eso sí, las ediciones en inglés sí eran hard back pero nunca se acercaron a mi bolsillo). A propósito; por tarea escolar, cuando terminaba mi bachillerato, debía leer los "Documentos y Materiales" donde se argumentaba a favor del Glasnost y la Perestroika. Se compraban en un misterioso local que la Agencia Novosti (Agencia de prensa estatal de la URSS), tenía en la séptima, pegadito a El Tiempo (lo que ahora llaman City, g'on)*. Como me pasó no pocas veces en mis tiempos de colegio, la plata para el libro de lectura obligada estaba disponible menos de 10 horas antes del control (en el mejor de los casos, algunas veces estuvo dos días después), y fui una mañana donde los kamarradas ruskis por las mugres cartillitas que ya se habían agotado. Le pregunté al vendedor si se conseguían en Suramérica (como para no perder el viaje) y el muy paranoico me contestó enfáticamente que eso no tenía nada que ver con ellos. Yo lo miré con cara de "hágate" y me fui corriendo a constatar que en el otro parche sí que menos estaba esa vaina.
Volviendo a Selecciones, alguna vez leí la nota de fines del 67 del tipo que decía "Yo [todo yo] Maté al Che Guevara"; también el valiente y aburrido relato de un tipo que derrotó el cáncer practicando el rafting ("Yo Vencí al Cáncer" o algo así). Ahora que cierta ala de la defensa del gobierno centra su cuento en descalificar el lobby de Petro y Robledo en Estados Unidos, al precio de tratar de manera desobligante a la embajadora, o de aseverar que causó el congelamiento de los dineros del plan Colombia (justificado por USA con el caso del General Montoya**, puesto en la agenda por la difusión que un medio norteamericano hizo de un informe de una agencia de inteligencia de allá, y no como resultado del viaje de los dos congresistas; como lo evidencia el historial de soslayo dado a ese caso cuando fueron las ONGs las que insistieron en el tema); recordé un chiste que leí en la legendaria revista. Decía, más o menos, que un ciudadano ruso fue apresado por gritar que el Secretario General del Partido era un incompetente. Que los cargos eran por injuria y por revelar un secreto de Estado.

* ¿Será que la oficina de los periodistas de la URSS tan cerca de El Tiempo compromete a ese periódico con la conspiración comunista internacional y Hernando y Enrique se hacían los anticomunistas?
** ¿Recordará el General Valencia Tovar (o lo tendrá anotado en una carta con sobre lacrado y paradero incierto) cuando el General Ramírez dijo en Miami que las Fuerzas Militares combatían en dos frentes, uno contra la guerrilla y otro contra instituciones como la Procuraduría?
P.D. Q.E.P.D. R.I.P. Un sentido adiós a Mstislav Rostropovich, genial interprete cuyas notas no pudieron sonar en el León (cuando igual yo no hubiera podido entrar) por cuenta de los "abajos a la música burguesa" de la institucionalidad rebelde, supongo que de los mismos creadores de "no uso papel higiénico porque es una tradición burguesa".

De acuerdo

Suscribo abiertamente lo que plantea hoy Rudolf Hommes.

jueves, abril 26, 2007

Pasado de papel

Cuando cumplió 75 años, El Tiempo incluyó en su sección de comics, de lunes a sábado, un par de notas llamadas "Hace 50 años" y "Hace 25 años". Como no es mi gremio, y difícilmente me adapto al oficio, la historia para mí es una obsesión, un interés, una afición, pero una profesión. Por eso puedo leer ciertos apartes de estas secciones sin apresurarme a juzgar su fidelidad histórica, y más bien recreando en mi cabeza lo que creo saber sobre los hechos e imaginarme siguiéndolos entonces a partir de la estrecha e interesada ventana de la prensa. Hace unos meses, por ejemplo, se interrumpió la secuencia de los cincuenta años por hallarse el vacío entre el cierre de El Tiempo por parte del gobierno y la aparición de su versión temporal, llamada Intermedio. Se acerca la noticia del movimiento del 10 de mayo de 1957, fin del gobierno militar de Gustavo Rojas Pinilla y los anticipos son más bien pocos (aunque una intimidante advertencia del SIC - antiguo nombre del DAS - contra quien difamara a algún miembro del gobierno, resulta sintomática de una crisis). En esos días persistía una dura tensión en el Canal de Suez, se escuchaban las más típicas amenazas de parte y parte en tiempos de la Guerra Fría y Rafael Puyana y Fernando Botero (nuestros Shakira y Juanes de la época), cosechaban memorables triunfos en el exterior.
En la de los 25 años, los últimos veces vi nuestra eliminación al mundial del 82 (cuando Francisco Maturana era jugador), el escándalo del Grupo Grancolombiano, el desembarco desastroso del M-19 en el Chocó, el trámite de la primera amnistía (la de Turbay, paradójicamente), la crisis de las Malvinas y la primera candidatura presidencial de Luis Carlos Galán. Hace unas semanas, incluso, la foto para la sección social de una celebración en la familia Araújo Castro (cuando Álvaro era más bien flacucho).
Ese contacto fútil con la historia, ya suficientemente distorsionada a diario por el estilo normal de la prensa, da - de todos modos - para pensar y conectar cosas que antes no eran del interés de uno. En medio de mi maniática visitadera a la Biblioteca Luis Ángel Arango, después del doloroso cierre para su ampliación y reestructruración por allá entre el 89 y el 90; me devoré ejemplares de periódicos de los setentas, por varios meses de acceso libre al usuario en estantería (hasta que el vandalismo mató el encanto), y me fui armando una línea de tiempo sobre lo que llamaban entonces la historia reciente (mis textos de historia del colegio llegaban a dos presidentes antes de mi nacimiento y todos los gobernantes se la pasaban inaugurando ferrocarriles y no existían crisis, ni golpes, ni escándalos; más o menos hasta ciertos títulos del 87 en adelante, producto de que cierta gente joven sacudió los currículos de la educación básica). Con el microfilm me daban mareos y suspendía cada rato, pálido y sudoroso (quién sabe qué sería).
Cuando la política en la Universidad tuvo parte de mi tiempo, hice archivo de comunicados, revistas, chapolas y demás. Salí de este igual que como vi morir los de otros que conocí (y porque me estorbaba en un armario). De ese material perdido no añoro mucho; pienso que el valor seguramente no esté tanto en la profundidad de las discusiones y las controversias (muchas de ellas triviales desde una escala de tiempo más amplia), como de cierto testimonio de esa singularidad etnográfica que dio en existir. Falta quien formalice (para que no parezca vulgar chisme) esa historia informal que ciertos seres antipáticos insistimos en develar. Como la de aquella disidencia que no fue, como lo decía el manifiesto, resultado de esas insalvables contradicciones ideológicas, sino una rivalidad por una Venus cuyos favores ya no iluminan a ninguno de los dos líderes, sino a un gris comerciante que nunca leyó a Althusser.

miércoles, abril 25, 2007

Los restos y los fragmentos

Ayer El Tiempo publicó un pequeño dossier a propósito de la primera andanada de confesiones de paramilitares desmovilizados que se acogen a la ley de Justicia y Paz. Fosas, desapariciones, entrenamientos explícitos para descuartizar personas; golpean la conciencia aun de quienes sabíamos de este tipo de felonías y no despreciábamos su existencia amparados en la cómplice fórmula de llamarlas exageraciones o propaganda para subversiva. En los enfrentamientos entre cuerpos armados preparados la muerte se demora, esa es la tendencia. En todo esto se han perdido más vidas en situaciones de gente sin armas sometida y maniatada ante matones en clara ventaja. Los incendios de casas y cosechas, los fusilamientos sumarios, las "vueltas" sicariales, la desaparición de detenidos, los atentados con explosivos en zonas de circulación no exclusiva de militares armados, la ejecución de secuestrados y la ocultación de sus cadáveres, la profanación de las tumbas, las violaciones y torturas, el descuartizamiento de cadáveres, ... Todas estas son acciones de impacto táctico y estratégico que arriesgan poco a los "combatientes" y proyectan efectos calculados inmediatos, aunque alientan la degradación moral de los enfrentados.
Las armas son temidas cuando matan y para eso se hicieron. Quien ejerce influencia política con el gatillo tiene que destacar este hecho a sus dominados. Lo han hecho las guerrillas, lo han hecho los paramilitares. La mayoría de los homicidas más publicitados de nuestra guerra eterna puede contar historias acerca de brutalidades cometidas contra su familia o algún otro allegado e interponerla como licencia moral para todas sus muestras de vesania. Una parte de mis ancestros vivió en Santander la persecución violenta tras el cambio de Hegemonía Conservadora a República Liberal, otra vivió la enajenación - también violenta - de sus tierras en el Huila en medio de la expansión del latifundio de cierto copartidario y su familia (víctima también de atroces episodios). En ambos casos hubo rencor crónico hacia los agresores, placidez ante la noticia de sus desgracias. El parpadeo santurrón de quien cuenta que nunca buscó a la ilegalidad para responder a los ataques contra su familia, pero confiesa orgulloso haber recurrido a los puños para sanjar asuntos de honor y de política, puede conmover a más de una mamá, pero no creo que a la de él.
Pero el oficio de la venganza no llega a tal sin ciertas ayudas, sin las redes sociales y económicas para escalar su influencia. Pedro A. Marín, Tirofijo, quien sigue echando en cara unas gallinas y unos marranos como el origen de su gesta, controla hoy una empresa con gran influencia territorial y proyección internacional. El trabajo socialmente necesario para edificar semejante Leviatán va más allá de la bioquímica de la bilis, muchísimo más allá. Cuando guerrillos y narcos comenzaron a compartir escenarios en las ancestrales rúas y trochas del contrabando, en los escondederos de atrás de nuestra geografía, rápidamente la aparición de cantidades más fuertes de dinero actualizó las tecnologías bélicas disponibles. Hace tiempo se acabó la chequera de mi ingenuidad para comprar historias acerca del paso del modo chévere e idealista al modo ladino y pragmático. Tampoco compro que la heroica y espontánea autodefensa de productores agrarios, desprotegidos por el indiferente Estado haya ganado solita semejante nivel de organización y de expansión. Ese territorio común, ese comensalismo cheverón, apuntaba a conflicto y rivalidad; lo de la hermana de los Ochoa es anecdótico.
Salvo una que otra criatura urbana sobreideologizada (como los TFP) imponiendo su propaganda anticomunista, la época paramilitar de los ochentas fue el desarrollo en la práctica de formas mafiosas de guerra contra un enemigo común (las guerrillas y los grupos políticos no alineados con el proyecto) y contra los mismos rivales internos, como pasó entre los esmeralderos. La incubadora estatal fue determinante (de allí lo ridículo de la sempiterna excusa de opinadores como Saúl Hernández Bolívar, Jorge Visbal Martelo y otros "abandonados" por el Estado), como lo anotó Carlos Castaño Gil en la entrevista que le dio a Germán Castro Caycedo en 1996 y publicada en el libro En Secreto; como lo confió cínicamente Ramón Isaza hace no mucho, como se registra en las declaraciones de Alias el Negro Vladimir, principal delator de las andanzas de los paramilitares en aquella época. Tanto es así que la primera crisis dura de estas organizaciones viene con la declaración de ilegalidad en el gobierno de Virgilio Barco, la cual trajo divisiones entre puros y torcidos, rencillas internas a plomo, traiciones y hasta la primera "desmovilización", en medio del ocaso del reinado de Pablo Escobar.
Unos meses antes de que los paramilitares de Urabá, Magdalena Medio y los no tan famosos entonces de las zonas cocaleras del Guaviare concretaran el acuerdo de formación de una organización político-militar con pretensiones de autonomía en cuanto a proyecto político frente al Estado y con una estrategia común de triunfo militar y legitimación social; algún comandante de la zona de Urabá confiaba a un profesor universitario que las masacres se justificaban porque las autodefensas no podían, como la guerrilla, tomarse años para acercarse a una localidad, instalarse con paciencia y ganar el apoyo de la población por los laditos. Si se trataba de quebrar la convivencia entre población civil y guerrillas, asentada con los años, no había otra que usar el terror. Alguien del mismo color de brazalete lo llamaba algo así como talar (o arrasar) y sembrar. En lugar de esperar décadas y forzar el advenimiento del "hombre nuevo", la orgía del desplazamiento a la fuerza se escaló y la recién nacida prensa (la que no sabe de historia ni de geografía), supo por primera vez de cortes sobre humanos vivos, evisceraciones y abandono en masa de asentamientos rurales.
Esta escalada, menospreciada por la tradicional prepotencia de los jeques de la revolución, vino acompañada de un respaldo de intelectuales y otros agentes para edificar una nueva película. No era ya el cuento de la "Restauración Nacional" del fallido movimiento Morena; la consolidación de Carlos Castaño Gil como vocero carismático de la "Coordinadora" de los paracos, dicharachero y vehemente, traía frases acerca de lo profundamente ofendidos que se sentían al ser llamados paramilitares y metidos en la categoría de los escuadrones de la muerte de Centroamérica, África y otras plazas; alguna vez incluso explicaba por qué no podían considerarse siquiera de extrema derecha ni anticomunistas; y desfilaban junto a él viejos agentes de movimientos de izquierdas, encargados ahora de la presentación política y social de su aparato (un ex tropelero "anarquista", egresado de Filosofía en la Nacional de Bogotá redactó buena parte de una justificación fundacional del movimiento de Autodefensa, harto similar a la versión estándar de las guerrillas acerca de lo que pasó de los cincuentas para acá, pero con un ligero matiz anticomunista por la necesidad obvia de diferenciar). También profesionales de diversas áreas acometían proyectos de reorganización de la producción en las regiones de dominio consolidado (eso sí, sin pelear con el narcocultivo ni otras formas ilegales, más bien entrando a operar allí).
El lenguaraz jefe militar antioqueño, con sus ojos desorbitándose en medio de sus sanguinarias sentencias en primera persona del singular ("no [pausa] voy [pausa] a [pausa] permitir que Colombia se balcanice"), quien encantaba periodistas invitándolos a los santuarios arrebatados a su enemigo; llegó a ser el atractor principal del odio mortal y la lisonja. Cuando Piedad Córdoba incluyó inteligente entre los adjetivos escogidos para referirse a su secuestrador, una señora de bien escribió a El Tiempo que ese debía ser el nuevo presidente de Colombia porque aun sus detractores coincidían en que era muy inteligente. Unas semanas antes de la lambona entrevista de Darío Arizmendi (la que Uribe evocó en la rueda de prensa) una tonta (realmente las putas lo hacen por poner el plato de sopa diario en su mesa, no merecen ser degradadas al equipararlas con alguien así) de TV Hoy fue a celebrarle sus chistes, supuestamente en algún lugar del Catatumbo y con el prócer dando la espalda a la cámara. Allí, el portador de toda credibilidad ante una prensa que nunca le replicaba nada, prometió que si demostraban que uno de sus hombres había usado una motosierra contra un ser humano, él iba a entregarse. Lo repitió burlonamente a propósito de la matanza del Naya, sugiriendo que esa herramienta era muy incómoda de cargar (como si no hubiera de las pequeñas y como si una ametralladora PKM o RPK cupiera en el estuche de un IPod).
El triunfo de la estrategia terrorista contrainsurgente, la que permitió a Andrés Pastrana ufanarse de haber ido al plan del Sur de Bolívar con el Embajador de Estados Unidos, la que convirtió a la región de las escuelitas "Mao Tse Tung" en territorio mítico anticomunista, la que salvó a tantos de ser imitados o ridiculizados por Heriberto de la Calle; fue un capítulo de honda impronta en la historia de nuestra barbarie y nuestra desvergüenza. Las ancestrales y cotidianas brutalidades de la revolución marulocrática no quedan ni olvidadas ni justificadas (ellos también alegan el abandono del Estado y la aniquilación de la UP como excusas para seguir desarrollando su programa). La busqueda del par de cientos de muertos de Braulio Herrera, vieja obsesión arqueológica de los batallones de contraguerrilla (hasta cementerios Guanes han sido asociados al caso), los centenares de secuestrados con sus cadáveres embolatados, la suerte del cuerpo de los propios combatientes caídos y disimulados como táctica psicológica, no han requerido de procesos de indulto para ser obsesión de funcionarios judiciales ni materia de denuncia. Pero hoy estamos en que el país le de la cara a las hazañas de los portadores de los brazaletes autorizados en medio de las "carreteras blindadas" de vive Colombia, viaja por ella. No hay por qué dejar de enrostrárselo a quienes lo han negado o justificado, es tiempo.

martes, abril 24, 2007

De pronto echándole colgate

Preciso les da por clasificar una especie mineralógica con composición similar a la descrita en Superman Returns para la legendaria Kriptonita. A la Jadarita solo le falta flúor, pero ahí está el hidroxilo, de pronto echándole colgate va y recibe el ion fluoruro y califica para indisponer al man de la trusa. Grupo espacial P21/c, grupo puntual 2/m (forma prismática) y fluorece.

Carbonero

El bosque tropical, ese fascinante tesoro de nuestro tiempo, la casa agitada de la megadiversidad, tuvo su equivalente en el pasado de la historia de la vida. Aunque no habitado por las interesantes angiospermas (las cuales todavía no asomaban) del neotropical de El Cerrejón, ha sido develado el más veterano de cuantos se han dejado ver para los ojos interesados de nuetra especie. Mientras tanto, la urgencia de destruir el que tenemos para ver a colores, para olerlo vivo y escucharlo zumbar junto a nuestras orejas o ululando entre las copas, para temerlo acechando con sus artimañas, para sentir su dictamen sobre el ritmo para visitarlo, con sus hojas atravesadas, su lodo entorpeciendo nuestros pasos...

viernes, abril 20, 2007

Yo sí decía

Uribe cuenta acerca de cómo estudió muy bien a Mao Tse Tung y un poquito a Marx que es más denso y eso lo hubiera convertido en un guerrillero militarmente exitoso. Yo sí decía que ese tono sectario de "organizarse para resistir" se me hacía conocido. El presidente no necesita decir cosas inteligentes para conservar el fanatismo de sus seguidores, ya llevamos varios años de entenderlo. Pero si el objetivo de la rueda de prensa de anoche y las que siguen era afrontar la reacción norteamericana (digamos la demócrata), esas vainas como sugerir que la inteligencia militar le suministró datos de los movimientos de la oposición y que "lo que pasa es que ellos no se cuidan tanto como creen" lo dejan en la precariedad más patente. Una jugada oportuna hubiera sido sacrificar a Luis Camilo Osorio, cuyo prestigio ya no tiene cómo ser defendido ni por Fernando Londoño, sería un excelente chivo expiatorio.

viernes, abril 13, 2007

Si lo dice Pongutá...

De mis primeros años, en medio de mi más remota memoria, recuerdo momentos muy singulares frente a la caja mágica (un televisor Sharp en blanco y negro). Tarzán, El Llanero Solitario, Plaza Sésamo (con A A Abelardo), Cepillín, Topo Gigio, Capulina, El Chavo, "Fútbol, el Mejor Espectáculo del Mundo", el Club de la Televisión, Hawai 5-0, un animé con animalitos (que la mala era una comadreja), el clásico comercial de "Colombiana la nuestra..." con el japonesito (luego se divulgó que era surcoreano) turista por Colombia... También recuerdo muy claramente a Don Arturo Abella (Q.E.P.D.) y su Telediario, en cuya sección editorial recurría a su inveterada expresión: "según fuentes de alta fidelidad". El Hi Fi periodístico, tan valorado por la solemne alusión que de este hacía el intelectual conservador, tan poco esperado por quienes perdimos la credulidad antes de estrenarla, es un activo social de esos que tanta falta nos hacen.
Tal preocupación hace que O-Lu le dedique entrada al hallazgo de Doppiafila, que Julián haga eco, que yo no pueda quedarme callado (a pesar de no ser de los pesos pesados del rating blogueril). Pareciera que a la Dirección del periódico El Tiempo le interesara poco la felonía del funcionario periodista. Es muy probable que no haya consecuencias y se ratifique el poco impacto que la blogosfera colombiana puede llegar a tener en algo tan básico como la fiscalización de la prensa y su credibilidad.
Yo sé que muchos periodistas idolatran como su maestro a un sujeto que comenzó inflando e inventando noticias en El Espacio (el de las pollitas), he visto corresponsales de telenoticieros seguir su ejemplo (tengo la grabación - un día de estos la digitalizo y la posteo - de un tropel inexistente en la Universidad fabulado por CM&), conozco la insistencia de muchos en su mediocridad y su ignorancia, también de su profunda irresponsabilidad social... En ese campo está todo por hacer. El reto de poder dar alternativas a esas formas y generar presiones para superarlas debería alentar aun más la actividad bloguera. Néstor Pongutá, antes de ir por su corbata a Italia, trabajó como locutor en Radio Súper, medio del político Gabriel Melo Guevara, cuyo tradicional lema es: "si lo dice Súper, póngale la firma". ¿Qué hay que ponerle entonces a lo que diga Pongutá?
Errata 14-04-2007: Por una imperdonable confusión mental, tanto aquí como en el sitio de O-lu puse Gabriel Melo Guevara cuando el jeque de Radio Súper es Fernando Pava Camelo, cuyo hermano Álvaro es el protagónico en la militancia de Fabio Valencia.

miércoles, abril 11, 2007

La subjetivación del objeto

Cartelera de algún lugar de la Ciudad Universitaria:Alojamiento cortesía de photobucket.com
Desde que el sujeto dejara de ser subyecto, para después ser ninguneado por ciertas nuevas especies filosóficas, no había ocurrido semejante quiebre en su condición:
Alojamiento cortesía de photobucket.com
"Esta noche me emborracho bien; me mamo bien mamao, pa no pensar..."*
* Santos Discépolo, Enrique. Esta Noche me Emborracho.

sábado, abril 07, 2007

Caribe

Hace poco una amiga antropóloga se pasó a vivir a la Costa Caribe. En una de las veladas de despedida le expuse mi observación central acerca de los habitantes de esa grata tierra. Los costeños - aseveré - son la cultura hidráulica por excelencia en Colombia; prefieren asentarse junto a los grandes cuerpos de agua y han adquirido gran conocimiento acerca de su dinámica, esto es, saben para dónde va la corriente y no pelean con ella. Por eso Gabo puede darse abracitos con Fidel Castro y decirnos que votemos por Andrés Pastrana o dirigir QAP. Por eso la fórmula chévere para salir de esos temas estresantes por parte de Carlos Vives.
Yo creo que hay gente experta para hablar de eso y me incomoda porque no son
temas que domino. Y cuando me aconsejan que no hable de los paramilitares o de la guerrilla porque ese tema es difícil, yo lo que digo es que lo único que quiero es la paz, que la gente se ponga de acuerdo y hagamos con este país lo que tengamos que hacer, porque lo que estamos es perdiendo plata.
Fuera plata nada más...

Donde Euclides no se atreve

El Tiempo, jueves 5 de abril de 2007, sección "Cultura y Gente", página 2-5:

Vacaciones
No hay nada mejor que ir a misa en los días santos. Eso lo tienen
claro Saúl y Didier, dos viejos amigos, que cada Semana Santa, deciden pasar
vacaciones en sus respectivas fincas acompañados por sus familias, e ir
sagradamente a misa cada domingo de Resurrección en la misma iglesia.
La finca de Saúl se encuentra a 900 metros sobre el nivel del mar en la mitad del
bosque y la finca de Didier, se encuentra a 600 metros sobre el nivel del mar en
medio de la selva. La distancia entre ambas fincas es de un kilómetro y medio. Y
todos los años, ambos llegan con sus familias a la misma iglesia, exactamente a
la misma hora.
¿Usted podría decir a qué distancia está la iglesia de la
finca de Saúl?

Como diría el cooperante nórdico de la ONG: "mi no compguenda". El espacio involucrado es cuando menos 2D, pero no hay forma de averiguar la altura ni el ecosistema de la iglesia, la topografía del corredor vial utilizado, la velocidad promedio de quien se mueve en bosque o selva, la relación entre las horas de partida de ambas familias. Es más, no se declara si la iglesia está contenida en la línea recta que une a las dos fincas o en el plano vertical que contiene a dicha recta. Lo más disparatado del reto es la respuesta, como era de esperarse, pero la mencionaré luego.

martes, abril 03, 2007

Confrontación

Para cerrar el tema del fin de "El Niño", la faceta violenta del acontecimiento.

Locación: Jardín de Freud, Ciudad Universitaria.