Al parecer los docentes andan un poco molestos por los términos de la reunión de ayer y consideran que el Rector "hizo quedar mal a la Universidad" en la entrevista de anoche en "Pregunta Yamid". El intento por reanudar actividades esta semana queda entonces en vilo. Los docentes acusan al directivo de condescender en la posibilidad de la firma de un acuerdo, el cual prevalecería aun si se cae la legalidad del Plan de Desarrollo. Comparto esa incertidumbre y me parece que ya es hora de una declaración categórica al respecto. El tema del calendario académico ya ha impactado psicológicamente a una fracción importante de la comunidad y la asamblea enfila baterías contra la consulta electrónica. Es obvio que los profesores no van a sacrificar su período intersemestral, ni más faltaba. Ya con un mes de descuadre, el costo para estudiantes de provincia y para todo aquel que tenga más compromisos importantes aparte de las actividades curriculares normales; sobrepasa cualquier elucubración de manipulación o juego retórico de "yo sí defiendo la universidad y tú no, porque no haces lo que te ordeno". Es muy posible que cierto género de daños (que no he podido confirmar) haya generado un comportamiento airado de Wasserman a partir de ayer. En las incursiones ante la asamblea se ha ruborizado, ha tolerado rechiflas, insultos, de todo y se ha puesto a decir cosas políticamente no correctas para el gusto de ese espacio, a veces antecediendo con la palabra perdón. Pero si es cierto lo que leí en unos comentarios de lectores de eltiempo.com, relacionado con daños a cultivos por la desconexión de un refrigerador en Medicina o alguna otra felonía particular contra algún proyecto de investigación; muy seguramente eso malogre las posibilidades de entendimiento o exploración cuyo tiempo ha llegado (hace rato, la verdad). Sobre los daños, hoy vi una campaña gráfica que se enorgullece de ellos. Frases como "bloqueo físico no es bloqueo mental", bajo la foto de una pila de pupitres. No es la figura del mal necesario, sino la fascinación con la presunta genialidad del acto. Se dice que una fracción notable de los profesores participantes en las asambleas de Ciencias Humanas halla encantadora la situación. Mientras pupitres por decenas siguen sometidos a lluvia, lodo y maltrato permanente, los órganos de propaganda del paro reducen el asunto a una "instalación" de varios de ellos colgando como de un patíbulo, parte de ellos pintados de blanco.
Voy a ser franco: ni la soberbia política de cierto sector docente, ni el desespero de la fracción ludita de los trabajadores, ni las agendas internas del Polo; han podido justificar coherentemente ese comportamiento agresivo, por más que han invocado que se trata de la hora del fin. Ni los analistas jurídicos que han hablado confirman el tremendismo, ni lo hacen los antecedentes. Sonaré a curita apolillado de colegio confesional pero es necesario modular con alguna valoración moral lo que se ha venido haciendo. La hipótesis del fin del mundo será puesta a prueba, pero los costos de su mercadeo ya están cargados y son bien altos.
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