Hace un montón de tiempo, algún noticiero de fin de semana divulgó la labor de un redentor de oficio de los habitantes de la calle. La nota se centraba en una visita a un hogar-alcantarilla en el caño Arzobispo, el que pasa por el Parque Nacional, sigue por la 39 y sale a la 30 frente el Agustín Codazzi. En esa época ahí en frente quedaba la embajada de Francia. Un amigo del colegio, vecino del sector, me relato cómo la nota periodística como cosa rara había exagerado algunas cosas sobre estos personajes.
Unos años después tuvo cierto revuelo periodístico una oleada de homicidios en lugares de concentración de estas personas en Bogotá. La llamada 'limpieza social' fue tema de informes y libros y viajes al exterior financiados por ONGs. Se discutió ampliamente sobre la inmoralidad de apodar 'desechables' a seres humanos y hasta hubo un minihit teatral con actores naturales, dirigido por Patricia Ariza. Tan de moda estuvieron los ñeros, que se llegaron a organizar lunadas en la temida 'calle del cartucho', Manú Chao exigió ser hospedado allí en una de sus giras y un pequeño habitante de las calles del centro protagonizó uno de sus viedoclips y fue llevado a Francia a cambiar de vida.
La preocupación por el asunto ha ido y venido, ha habido tesis, experimentos, informes, conceptualizaciones, ... Desde la puesta en marcha del proyecto del parque del tercer milenio, con el desalojo radical del cartucho, se desató la trashumancia de un cuadro aparentemente localizado. Barriadas humildes protestaron para expresar que no querían gente así como vecinos, mientras otras se sorprendían al ver esa migración pasar frente a sus ojos. Que un indigente pase por la cuadra es la principal razón (ante la escasez de goles de nuestras selecciones o triunfos de Montoya) por la cual suenan las alarmas de seguridad de muchas cuadras. Sobre la movilidad de estas personas, tengo aun muchas inquietudes por resolver. En tiempos de más intensa cacería en alguna ciudad, muchos se desplazan a otra, no por bus intermunicipal, a pie parece que tampoco; pero a veces pareciera que nuestro país estuviera atravesado por una red de túneles como la de la película "Underground". Yo vi cuando la Policía subía a un camión a los gamines que más frecuentaban el entorno del Hotel Tequendama en 1986, con motivo de la visita del Papá. Comités de ornato de todas las ciudades bendecidas se enviaban unas a otras caravanas de 'indeseables', además de cartas de protesta. Otro misterio son los asertos de quienes promulgan esas cacerías. Quienes definen que se asesine a todos los indigentes de una ciudad como, digamos, Barrancabermeja, se agarran la cabeza preguntándose cómo aparecen otros, de dónde salen. El modelo ecológico con el cual tratan de explicarlo no tiene variables sociales.
Pienso seguir con esto, por una inquietud especial. En medio de la diáspora de la indigencia bogotana, hay un especial repoblamiento de las rondas de los canales de desagüe. Tras largas semanas de crecidas y mucha humedad y mucho frío, esos han sido escenarios de una de las facetas más fuertes de la ecología humana en el entorno bogotano. Los ñeros que se apropian de puentes o pequeños refugios, asumiendo incluso la seguridad ciudadana del entorno (porque los crímenes de otros les cuestan a ellos); los que saquean elementos metálicos del equipamento de la ciudad (tapas de alcantarillas, contadores, herrajes de los puentes peatonales de aluminio, etc) o raspan paredes de ladrillo; los que establecen su nicho en competencia con roedores y aves comedoras de carroña; los que no pasan discretamente, por alguna condición psiquiátrica extrema (hasta aquí la enumeración, para no parecer comercial de coca cola). La humanidad metida en alcantarillas, asentada junto a los cuerpos de agua... Continuará...
1 comentario:
Lamentablemente no se acabo el mundo.
saludos!
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