Con Fenómeno del Niño en curso y un agresivo verano en Bogotá, uno pensaría que asolearse por estos días es un tremendo riesgo para la salud. Pero ahora resulta que la radiación de 60 Hz de una línea de alta causa cáncer. El comunicador de city tv lo atribuye a una 'gran razón' (sic) y las timoratas palabras de los profesores del colegio, son hasta comprensibles en ese plano desde el cual ven el tema. El personaje del cacharro de medida normal igual a 2 sí está de exportación. Queda, eso sí, una excelente excusa para dormir frente al computador.
miércoles, enero 31, 2007
lunes, enero 29, 2007
Afrodescendientes
Leí acerca de una beca dirigida a afrodescendientes. No me interesa la beca, pero me pregunto si yo valgo por afrodescendiente por tener antepasados de España, país norafricano. Ni hablar si nos metemos con temas de hominización; ahí sí que ni modos por ahora.
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Gustavo Petro
En tiempos de la desmovilización del M-19, un grupo de periodistas se acercó a Carlos Pizarro y alguien le pidió un mensaje para los niños. 'El Papito' contestó: "que no se metan a la guerrilla". El atractor de mis devaneos ideológicos de entonces estaba poblado de pensamientos hostiles al desfile de expresiones como esa, para algunos cinismo, para otros deshonrosa entrega de estandartes. Amagos de puños, advertencias de vos no sabés de lo que estás hablando, declaraciones guerreras de última hora (cuando la invasión decembrina de Panamá, los mecánicos sacaron comunicado de esos con la plantilla de "una vez más.." y anunciando el envío de un contingente a pelear) y singulares recreaciones simbólicas del acto del desarme en contextos más bien pintorescos.
En medio de circunscripciones especiales, sorpresas electorales, constituyente y más desarmes; comenzó a hablar duro Gustavo Petro, con sus gafas panorámicas y esa pose tan característica de cierta escuela de la oratoria armada de aquella guerrilla. Realmente nada era duro entonces, cuando el activo principal de esa empresa política era la reconciliación y las palabras asociadas. Era impensable que las izquierdas de planta vislumbraran un plan común de acción con alguien como Antonio Navarro; blanco principal de las antipatías. En medio de los reveses posteriores de los desmovilizados y tras un distanciamiento geográfico temporal, el político zipaquireño - cordobés se consolidó como un líder con peso propio en su tendencia.
Así, tal vez después de todo eso, comencé a ponerle cuidado. Una noche, de las primeras del proceso del Caguán, fue uno de los invitados a un pánel de RCN a propósito de el mencionado proceso. Su opinión fue escéptica, especialmente crítica hacia las Farc, sus modos y su esencia. Ni entonces ni ahora estoy en desacuerdo con lo que le oí decir esa vez. Tampoco lo pierdo de vista cuando los apologistas a ultranza del proceso de formalización legal del poder paramilitar se excusan en el sainete de marras para evadir los cuestionamientos elementales que la decencia obliga.
Los últimos años he visto cada vez menos televisión y solo pude ver algunos de los debates de control político que lo han hecho el más temido de los parlamentarios. Por lo que me he enterado ha puesto contra las cuerdas a la gran mayoría de quienes ha citado y es frecuente que los saque de casillas para que se luzcan con insultos o le enrostren su pasado armado, justo cuando ya no pueden sostener la mentira. La solfa que le dio a la última Ministra de Minas de Pastrana fue de antología y los debates relacionados con el tema de moda han sido acompañados de denuncias cuya credibilidad ha saltado a la vista en muy poco tiempo. El otro día, cuando Mancuso incluía en su relato la manipulación presencial que hicieron del Consejo Superior de la Universidad de Córdoba, recordé que Petro destacó que a la sesión mencionada asistió el representante del Presidente ante dicho órgano. Sobre los patrones de la política local sucreña, el impacto fue notorio, al menos en los medios. Acerca del desenlace de la primera gran investigación a la parapolítica, iniciada por un Fiscal General y desmantelada por el siguiente, Gustavo Petro comentó sobre los arrumacos y brindis del funcionario con algunos de los sindicados, pocos días antes de actuar, dando fin al proceso. Curiosamente no es extremadamente riguroso en temas legales; alguna vez le oí un pleonasmo como de periodista: "delito penal". De hecho no comparto su postura acerca de Hugo Chávez y dudo mucho que apoyaría el proyecto político en cuyo liderazgo participa. Pero creo que la labor que ha ejercido al respecto de este tema es para destacar y ha probado mucha solidez en los puntos que ha puesto en el debate.
Gustavo Petro habla para sacudir. Es alguien incómodo y típicamente asesinable en un país y un tema en el cual matan aun a los que no hablan, nada más porque vieron. Trae un récord muy fuerte de denuncias certeras confirmadas por la crisis que se ha desatado en días recientes. Es definitivamente razonable dar crédito a la veracidad de las amenazas y es perfectamente plausible que quienes las profieren no quieran permitir un nuevo escenario para que hable. Que sea un indultado (ex miembro de una organización que mató, secuestró e incendió) quien más fuerte denuncia las movidas del sainete de la paz paramilitar; más que descalificar el contenido, destaca que quienes no deben lo que él debe bien poco pueden alegar decencia, al no habersele adelantado, al no haber sido severos ni claros al respecto.
En medio de circunscripciones especiales, sorpresas electorales, constituyente y más desarmes; comenzó a hablar duro Gustavo Petro, con sus gafas panorámicas y esa pose tan característica de cierta escuela de la oratoria armada de aquella guerrilla. Realmente nada era duro entonces, cuando el activo principal de esa empresa política era la reconciliación y las palabras asociadas. Era impensable que las izquierdas de planta vislumbraran un plan común de acción con alguien como Antonio Navarro; blanco principal de las antipatías. En medio de los reveses posteriores de los desmovilizados y tras un distanciamiento geográfico temporal, el político zipaquireño - cordobés se consolidó como un líder con peso propio en su tendencia.
Así, tal vez después de todo eso, comencé a ponerle cuidado. Una noche, de las primeras del proceso del Caguán, fue uno de los invitados a un pánel de RCN a propósito de el mencionado proceso. Su opinión fue escéptica, especialmente crítica hacia las Farc, sus modos y su esencia. Ni entonces ni ahora estoy en desacuerdo con lo que le oí decir esa vez. Tampoco lo pierdo de vista cuando los apologistas a ultranza del proceso de formalización legal del poder paramilitar se excusan en el sainete de marras para evadir los cuestionamientos elementales que la decencia obliga.
Los últimos años he visto cada vez menos televisión y solo pude ver algunos de los debates de control político que lo han hecho el más temido de los parlamentarios. Por lo que me he enterado ha puesto contra las cuerdas a la gran mayoría de quienes ha citado y es frecuente que los saque de casillas para que se luzcan con insultos o le enrostren su pasado armado, justo cuando ya no pueden sostener la mentira. La solfa que le dio a la última Ministra de Minas de Pastrana fue de antología y los debates relacionados con el tema de moda han sido acompañados de denuncias cuya credibilidad ha saltado a la vista en muy poco tiempo. El otro día, cuando Mancuso incluía en su relato la manipulación presencial que hicieron del Consejo Superior de la Universidad de Córdoba, recordé que Petro destacó que a la sesión mencionada asistió el representante del Presidente ante dicho órgano. Sobre los patrones de la política local sucreña, el impacto fue notorio, al menos en los medios. Acerca del desenlace de la primera gran investigación a la parapolítica, iniciada por un Fiscal General y desmantelada por el siguiente, Gustavo Petro comentó sobre los arrumacos y brindis del funcionario con algunos de los sindicados, pocos días antes de actuar, dando fin al proceso. Curiosamente no es extremadamente riguroso en temas legales; alguna vez le oí un pleonasmo como de periodista: "delito penal". De hecho no comparto su postura acerca de Hugo Chávez y dudo mucho que apoyaría el proyecto político en cuyo liderazgo participa. Pero creo que la labor que ha ejercido al respecto de este tema es para destacar y ha probado mucha solidez en los puntos que ha puesto en el debate.
Gustavo Petro habla para sacudir. Es alguien incómodo y típicamente asesinable en un país y un tema en el cual matan aun a los que no hablan, nada más porque vieron. Trae un récord muy fuerte de denuncias certeras confirmadas por la crisis que se ha desatado en días recientes. Es definitivamente razonable dar crédito a la veracidad de las amenazas y es perfectamente plausible que quienes las profieren no quieran permitir un nuevo escenario para que hable. Que sea un indultado (ex miembro de una organización que mató, secuestró e incendió) quien más fuerte denuncia las movidas del sainete de la paz paramilitar; más que descalificar el contenido, destaca que quienes no deben lo que él debe bien poco pueden alegar decencia, al no habersele adelantado, al no haber sido severos ni claros al respecto.
lunes, enero 22, 2007
Lenin
Una parte de mí requiere mi asistencia eventual a rituales macabros, deplorables; a experiencias extremas, transgresoras del borde de la decencia y plenas de rasgos decepcionantes acerca de la naturaleza de nuestra especie. En esos encuentros cercanos con la vergüenza, en esos desafíos a la integridad, me recuerdo a mí mismo que soy capaz de casi cualquier cosa, que el infierno no me intimida al punto que puedo jugar a ring ring corre corre en sus mismísimas puertas. Así, he hecho cosas tan inconfesables como asistir a una grabación completa de un show de esos larguísimos de Jotamario Valencia en los ochentas (al igual que Krusty the Clown, cuando cortan la grabación fuma, maldice, esputa y deja el parpadeo de seminarista paisa que muchos le conocimos en su farsa de "valores humanos", legendario espacio televisivo de los setentas de una de las programadoras de la Fundación Social); he asistido a un ritual religioso del Centro Misionero Bethesda (allí fui advertido acerca de la inteligencia humana, la cual puede estar manipulada por Satanás); hice cola y pagué por entrar a un cine a ver una película de Harold Trompetero;... No conforme y ya harto probada mi ausencia de principios, el sábado pasado vi un Consejo Comunal de Álvaro Uribe (y rematé más tarde con "También Caerás").
En algún momento de su presentación inicial, Uribe se refirió a Lenín (así, como en la canción de Natalie), como un tipo acertado en una decisión que luego Stalin tiraría por la alcantarilla. Al político ruso, siendo un tipo tan poco recomendable de citar o seguir, lo he escuchado mencionar de tantas y tan curiosas maneras que tengo dificultades para entender por qué no lo han canonizado. La propaganda soviética, obviamente, lo citaba para cualquier cosa. Alguna vez tomé el texto de física de Frish y Timoreva, cuyo tomo sobre electromagnetismo trae un epígrafe antes del prólogo: "el comunismo es el poder de los soviets y la electrificación del país" Lenin (la horrorosa discusión acerca del relativismo filosófico al finalizar el capítulo de relatividad en el tomo de moderna es el colmo de la cuadrícula). Cuando había programado algún cotejo televisado muchas veces escuché decir en la Universidad: "como dijo Lenin, lo primero es el partido". Alguien me contó alguna vez sobre la tradicional asociación que hacen en Pasto con San Ignacio de Loyola, como relata la mademoiselle, aunque para mí pueden no ser botas de obrero sino de soldado, más afines a la vocación castrense del santico. El mochilento personaje de Jaime Garzón, John Lenin compañero, usaba la jocosa cercanía fonética y de momento cultural entre Lennon y don Illich en tiempos de sarampión latinoamericano. Cuando en la Constitución del 91 apareció la Expropiación por Vía Administrativa, Andrés Pastrana Arango, el afamado prologuista de las autobiografía del reputado actor Fernando Allende (este último derrocado por Augusto Pinochet en 1973, según el destacado comunicador javeriano Jorge Alfredo Vargas); declaró que ni a Lenin se le hubiera ocurrido ese artículo.
Realmente, aunque me han contado de posibles escarceos de Uribe con militancias de esas de pocas vocales en tiempos de su pregrado, no creo que el personaje le inspire agitar la respiración hoy en día. Definitivamente no es el caso pero recordé una preciosa lectura que hice hace años: "The Crime of Galileo", de Giorgio de Santillana, profesor del MIT; el texto trata de las dos condenas a Galileo Galilei con un lenguaje que evoca intrigas políticas contemporáneas al libro. En su capítulo sobre Roberto Bellarmino, menciona que Jacobo I llevaba frecuentemente consigo el devocionario "El Lamento de la Paloma", escrito por el santo, entonces cardenal; lo cual le parece al autor semejante a que por entonces (1960), el presidente de Estados Unidos se guiara por el "Qué Hacer" de Lenin, o el Secretario del PCUS revisara con regularidad las homilías de Dale Carnegie. Alguna vez escribiré en serio sobre las ventajas de leer las biblias que guían la fe del adversario.
En algún momento de su presentación inicial, Uribe se refirió a Lenín (así, como en la canción de Natalie), como un tipo acertado en una decisión que luego Stalin tiraría por la alcantarilla. Al político ruso, siendo un tipo tan poco recomendable de citar o seguir, lo he escuchado mencionar de tantas y tan curiosas maneras que tengo dificultades para entender por qué no lo han canonizado. La propaganda soviética, obviamente, lo citaba para cualquier cosa. Alguna vez tomé el texto de física de Frish y Timoreva, cuyo tomo sobre electromagnetismo trae un epígrafe antes del prólogo: "el comunismo es el poder de los soviets y la electrificación del país" Lenin (la horrorosa discusión acerca del relativismo filosófico al finalizar el capítulo de relatividad en el tomo de moderna es el colmo de la cuadrícula). Cuando había programado algún cotejo televisado muchas veces escuché decir en la Universidad: "como dijo Lenin, lo primero es el partido". Alguien me contó alguna vez sobre la tradicional asociación que hacen en Pasto con San Ignacio de Loyola, como relata la mademoiselle, aunque para mí pueden no ser botas de obrero sino de soldado, más afines a la vocación castrense del santico. El mochilento personaje de Jaime Garzón, John Lenin compañero, usaba la jocosa cercanía fonética y de momento cultural entre Lennon y don Illich en tiempos de sarampión latinoamericano. Cuando en la Constitución del 91 apareció la Expropiación por Vía Administrativa, Andrés Pastrana Arango, el afamado prologuista de las autobiografía del reputado actor Fernando Allende (este último derrocado por Augusto Pinochet en 1973, según el destacado comunicador javeriano Jorge Alfredo Vargas); declaró que ni a Lenin se le hubiera ocurrido ese artículo.
Realmente, aunque me han contado de posibles escarceos de Uribe con militancias de esas de pocas vocales en tiempos de su pregrado, no creo que el personaje le inspire agitar la respiración hoy en día. Definitivamente no es el caso pero recordé una preciosa lectura que hice hace años: "The Crime of Galileo", de Giorgio de Santillana, profesor del MIT; el texto trata de las dos condenas a Galileo Galilei con un lenguaje que evoca intrigas políticas contemporáneas al libro. En su capítulo sobre Roberto Bellarmino, menciona que Jacobo I llevaba frecuentemente consigo el devocionario "El Lamento de la Paloma", escrito por el santo, entonces cardenal; lo cual le parece al autor semejante a que por entonces (1960), el presidente de Estados Unidos se guiara por el "Qué Hacer" de Lenin, o el Secretario del PCUS revisara con regularidad las homilías de Dale Carnegie. Alguna vez escribiré en serio sobre las ventajas de leer las biblias que guían la fe del adversario.
miércoles, enero 17, 2007
¿Por qué hasta ahora?
Desde que el veterano líder paramilitar Ramón Isaza señaló a Alfonso Manosalva de ser uno de los promotores de su gesta, no se vio en la prensa ni un reclamo de los familiares del fallecido oficial, a quien el Ejército incluso le dedica el nombre de un batallón. Después de la más reciente recitación de Mancuso, en la cual le concede al brigadier estrella de Antioquia en tiempos de la gobernación de Uribe y la presidencia de Samper, un papel central en una de las masacres más publicitadas de la época; Harold Bedoya Pizarro emplaza al presidente para que responda por el buen nombre de su subalterno de entonces.
Tradicionalmente cuando se denuncian felonías de personajes así, fijo son respondidas por columnas de Plinio Apuleyo Mendoza (para mí el beneficio de la duda se le acaba a un uniformado cuando lo defiende Plinio, señal de que algo debe) o las pintorescas y equivalentes que hoy en día le publican a Fernando Londoño. Es más, recuerdo bien que a los periodistas de El Espectador que metieron sus narices en el tema de la complicidad del Ejército en la masacre de Mapiripán, no tardó en llegarles la nota autodefensiva de Castaño y su gente; pues el buen nombre de los oficiales de esas instituciones es más caro a su organización que la seguridad de los ganaderos.
Pero nadie pone el nombre en defensa del buen nombre de Manosalva, salvo por Bedoya, quien gritara con fusta en mano (lo saco deliberadamente de contexto): "[...] sí, yo también soy paramilitar". Uno entiende que la estrategia grotesca de defensa de los paladines en reinserción se fundamente en apuntar a los muertos y enterrar con ellos la culpa; pero sigo sin entender qué conveniencia trae no refutarlos a los salpicados de las instituciones comprometidas.
domingo, enero 14, 2007
A mí me alegra
Destaca hoy El Tiempo el anuncio del gobierno nacional de su determinación política de reanudar la operación del reactor nuclear. La verdad han sido años de intensa gestión y dolorosas frustraciones para poder contar aunque sea con un laboratorio local para análisis por activación neutrónica. Como era de esperarse, la discusión de la sección de comentarios estuvo llena de prejuicios y superchería.
La operación del reactor no solo es costeable sino rentable y de impacto benéfico para más de una actividad industrial. Implicará ponernos al día con estándares de seguridad radiológica y una ambiciosa labor de difusión de las ciencias nucleares, sus beneficios y riesgos. Salir de ese bache de diez años de inhibición de la investigación en ese terreno es algo muy reconfortante para el amor propio de la ciencia nacional.
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