Cuando me convertí en analista de fin de semana (no totalmente, porque los sábados por la noche soy físico nuclear y si hay luna llena crítico de arquitectura) leí mucha columna de violentólogo colombiano, llegué a coleccionar "Análisis Político" (ahora también con sonido digitaaal) y aun libros de analistas del CIN-EP. Luego vino la guerra. Conferencias de expertos en DIH, de polemólogo franchute y académico español sin traducción simultánea, programas de televisión en los cuales invitaban al general cienaguero a hablar de romanos y cartagineses, de atenienses y espartanos y del sitio a Corinto, Cauca. Encargué alguna vez en la difunta Librería Aldina (suspiro) la importación del libro de John Robert Keegan, viejito conservador inglés: "A History of Warfare" (muy popular en el Ministerio de Defensa por entonces), por una reseña que había leído. Hoy se encuentra aislado de mí por culpa de una confabulación balcánica, como era de esperarse en estos temas bélicos. El espía que llegó del frío me preguntó si lo compré para prepararme mejor en el juego de "Civilization II" y meses después me prestó una deliciosa joya que adquirió gracias a su diabólica facultad de estar justo en el momento y el lugar de las promociones con plata en el bolsillo.
Se trata de un piloso estudio de un historiador de Yale, de esos que saben estimular las papilas del gusto académico. Se llama "On the Origins of War and the Preservation of Peace" y su autor es Donald Kagan. El tipo compara las crisis que dieron origen a la Gran Guerra del Peloponeso, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Púnica (la de Aníbal), la Segunda Guerra Mundial y la contenida Crisis de los Misiles Cubanos; a partir de elementos comunes. El tipo habla de los imperios y los límites de su poder, de lo costoso que resulta ser la potencia más temida y de cómo pesan las alianzas, especialmente cuando los aliados más insignificantes presionan más para honrarlas. Las conexiones que hace el autor entre los agúdos análisis de Tucídides y la crisis más sonada de la Guerra Fría, son espectaculares, además de cautivantes hacia los estudios helénicos.
En medio de uno de mis recientes exilios de la globalidad, sin feeds ni televisión, torturado por la programación de la emisora dela UPTC y su culto a los más estridentes cultores de la música folclórica colombiana y los listados de éxitos de Tropicana, versión Tunja; tuve la fortuna de encontrarme con la versión en español que sacó Fondo de Cultura Económica. Volví por esas líneas y esas historias, mientras alternaba con las gotitas de información que se podían colar del tsunami noticioso de Clara y Emmanuel. Lo cierto es que la resurección del cuento de la beligerancia me tomó recontextualizado o tal vez condicionado por mi lectura más reciente (me imagino que alguien ya puso nombre a esa enfermedad intelectual).
Creo tener claro que Chávez ha expuesto sus cartas a propósito de las Farc. No fustiga los vacíos informativos a propósito de la fallida "liberación" del niño Emmanuel y se arroga la misión de poner punto final al conflicto interno de Colombia. Los aparatos de propaganda de su gobierno han hecho eco de sus posturas y han públicado numerosos artículos laudatorios y acríticos acerca de las Farc. Aunque los voceros del gobierno venezolano no van tan lejos como sus papistas de 'aporrea' (quienes prácticamente venden la idea de que la mayoría del pueblo colombiano colabora con las Farc y que la imagen contraria es culpa de la intervención del imperio), sistemáticamente atribuyen los movimientos del gobierno colombiano a órdenes de Washington. De este lado de la frontera los grandes y pequeños medios de prensa juegan a mantener el lenguaje en un tono prebélico. La declaración del legislativo venezolano apoyando la proposición de Chávez fue titularizada en Colombia como si fuera un acto de ley concediendo la obsoleta figura de la beligerancia. El órgano del Partido Comunista Colombiano incurre en la misma bestialidad. Se dan las señales inequívocas para que los chavistas insistan en su tesis, en su visita, el Almirante Mullen, del Comando Mayor Conjunto hace declaraciones acerca del armamento venezolano y Germán Vargas Lleras y otros líderes políticos se adelantan a hacer advertencias. De hecho se ha hablado de ejercicios en semanas anteriores.
Ya bastante pesado es que la guerra Estado colombiano - Farc - narcotráfico sea simplificada como un asunto del Comando Sur, como para que Chávez la vuelva un problema Bush - Chávez. No es justo ni decente, pero parece hacer carrera. Como sostiene Kagan, citando a Michael Howard, las guerras surgen de una "sobreabundancia de racionalidad analítica". Cuando se pueden ver consecuencias a varias jugadas de una pequeñez inmediata, se terminan por encontrar amenazas o justificaciones para atizar más la hoguera. Yo agregaría que si a esa racionalidad analítica se la mezcla con una buena dosis de estupidez mediática, el riesgo es aterrador. Esta semana fueron notorios los costos de poner en la cancillería a alguien que no sabe de lenguaje diplomático y de dejar en manos de gente tan ignorante el oficio de la información periodística. Faltan en las pantallas voces que traten como adultos a los espectadores, que no se apresuren a pintar películas de buenos totalmente buenos contra perfectos hijos de puta, que reflexionen sobre lo que se dice y que hagan autocrítica. Se han desandado años en los esfuerzos por cualificar el manejo de estas cosas y lo que se juega no es ninguna trivialidad.
Coletilla (pronunciar la r en nariñense para su mejor comprensión):
Por fortuna, la entraña telúrica del ande nariñense ha bramado atrayendo las miradas de los medios a grabar sus relámpagos (que no es lava, bambarazo, que son piroclastos; que no son cerezas, que son capulíes). La verdad que fue un respiro, verás.
Se trata de un piloso estudio de un historiador de Yale, de esos que saben estimular las papilas del gusto académico. Se llama "On the Origins of War and the Preservation of Peace" y su autor es Donald Kagan. El tipo compara las crisis que dieron origen a la Gran Guerra del Peloponeso, la Primera Guerra Mundial, la Segunda Guerra Púnica (la de Aníbal), la Segunda Guerra Mundial y la contenida Crisis de los Misiles Cubanos; a partir de elementos comunes. El tipo habla de los imperios y los límites de su poder, de lo costoso que resulta ser la potencia más temida y de cómo pesan las alianzas, especialmente cuando los aliados más insignificantes presionan más para honrarlas. Las conexiones que hace el autor entre los agúdos análisis de Tucídides y la crisis más sonada de la Guerra Fría, son espectaculares, además de cautivantes hacia los estudios helénicos.
En medio de uno de mis recientes exilios de la globalidad, sin feeds ni televisión, torturado por la programación de la emisora dela UPTC y su culto a los más estridentes cultores de la música folclórica colombiana y los listados de éxitos de Tropicana, versión Tunja; tuve la fortuna de encontrarme con la versión en español que sacó Fondo de Cultura Económica. Volví por esas líneas y esas historias, mientras alternaba con las gotitas de información que se podían colar del tsunami noticioso de Clara y Emmanuel. Lo cierto es que la resurección del cuento de la beligerancia me tomó recontextualizado o tal vez condicionado por mi lectura más reciente (me imagino que alguien ya puso nombre a esa enfermedad intelectual).
Creo tener claro que Chávez ha expuesto sus cartas a propósito de las Farc. No fustiga los vacíos informativos a propósito de la fallida "liberación" del niño Emmanuel y se arroga la misión de poner punto final al conflicto interno de Colombia. Los aparatos de propaganda de su gobierno han hecho eco de sus posturas y han públicado numerosos artículos laudatorios y acríticos acerca de las Farc. Aunque los voceros del gobierno venezolano no van tan lejos como sus papistas de 'aporrea' (quienes prácticamente venden la idea de que la mayoría del pueblo colombiano colabora con las Farc y que la imagen contraria es culpa de la intervención del imperio), sistemáticamente atribuyen los movimientos del gobierno colombiano a órdenes de Washington. De este lado de la frontera los grandes y pequeños medios de prensa juegan a mantener el lenguaje en un tono prebélico. La declaración del legislativo venezolano apoyando la proposición de Chávez fue titularizada en Colombia como si fuera un acto de ley concediendo la obsoleta figura de la beligerancia. El órgano del Partido Comunista Colombiano incurre en la misma bestialidad. Se dan las señales inequívocas para que los chavistas insistan en su tesis, en su visita, el Almirante Mullen, del Comando Mayor Conjunto hace declaraciones acerca del armamento venezolano y Germán Vargas Lleras y otros líderes políticos se adelantan a hacer advertencias. De hecho se ha hablado de ejercicios en semanas anteriores.
Ya bastante pesado es que la guerra Estado colombiano - Farc - narcotráfico sea simplificada como un asunto del Comando Sur, como para que Chávez la vuelva un problema Bush - Chávez. No es justo ni decente, pero parece hacer carrera. Como sostiene Kagan, citando a Michael Howard, las guerras surgen de una "sobreabundancia de racionalidad analítica". Cuando se pueden ver consecuencias a varias jugadas de una pequeñez inmediata, se terminan por encontrar amenazas o justificaciones para atizar más la hoguera. Yo agregaría que si a esa racionalidad analítica se la mezcla con una buena dosis de estupidez mediática, el riesgo es aterrador. Esta semana fueron notorios los costos de poner en la cancillería a alguien que no sabe de lenguaje diplomático y de dejar en manos de gente tan ignorante el oficio de la información periodística. Faltan en las pantallas voces que traten como adultos a los espectadores, que no se apresuren a pintar películas de buenos totalmente buenos contra perfectos hijos de puta, que reflexionen sobre lo que se dice y que hagan autocrítica. Se han desandado años en los esfuerzos por cualificar el manejo de estas cosas y lo que se juega no es ninguna trivialidad.
Coletilla (pronunciar la r en nariñense para su mejor comprensión):
Por fortuna, la entraña telúrica del ande nariñense ha bramado atrayendo las miradas de los medios a grabar sus relámpagos (que no es lava, bambarazo, que son piroclastos; que no son cerezas, que son capulíes). La verdad que fue un respiro, verás.
5 comentarios:
http://www.noticias24.com/actualidad/?p=11346
y como lo dije, para esta proxima semana ya me anunciaron que no debo llevar mis mecánicos a los batallones a hacer el mantenimiento que les toca, otra vez acuartelamiento total(de primer grado)al menos en la costa.
Con esta lectura cobra fuerza la hipotesis del ajedrez continental.
En mis cabalas, no es la hipotesis dominante. Mas bien se apuntala "plebiscito a Uribe" después del 4 de febrero y aguante otros 4. O sea, un aburrido parqués.
Todo gracias a la propaganda de los media. Por qué no hay voces criticas sobre el manejo de la informacion?
o-lu
http://socioenlinea.blog.lemonde.fr/
A proposito de "racionalidad analitica", viste el destape de d'Artagnan en El Tiempo del domingo?
http://www.eltiempo.com/opinion/columnistas/dartagnan/ARTICULO-WEB-NOTA_INTERIOR-3926476.html
Ahi esta retratada la gente que tiene el poder en Colombia, para qué usan sus medios, como valoran, quiénes son sus fuentes, como escriben como sin querer queriendo...
o-lu
Qué desazón.
Voces críticas al manejo de la información sí hay, Olga: Nosotros. Pero nadie nos escucha.
Victor, enlacé este texto desde Gacetilla Colombia. Lo invito a visitarla si no la conoce.
Gracias por los comentarios. La verdad el asunto no ha menguado en la generación de cubrimientos lamentables.
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