El 11 de julio de 1976 falleció en Bogotá León de Greiff, mi poeta favorito. La fecha justa de este aniversario me tomó esclavizado por los plazos finales de un proyecto. Este post, y otros que se me ocurran durante la semana, serán mi forma de recordar al poeta que no vivió de sus poemas, tampoco de la profesión de ingeniero, cuyos estudios no terminó. El antioqueño que se hizo famoso por hacer poemas y no por hacer empresa, el poeta que se la ganó trabajando en la construcción de ferrocarriles, tras de una ventanilla y dando clases. El constructor de un insondable universo de palabras, la cuales nos sorprendieron tanto más cuando hallábamos la mayoría en el diccionario, comprobando que más que un fabulador de neologismos era un gran cultor de nuestra lengua materna.
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