viernes, junio 22, 2007

Roto el Arcos, el mundo aislado

Rotura doble de red en anillo y también de uno de los canales alternos. Las recetas para este tipo de desastres tienden a comprometer alguna incompetencia humana o que los que viven de reparar garantizan flujo de pedidos. Oficialmente va en que había una avería con la respectiva atención demorada por estar CANTV en proceso de nacionalización. Antes de iniciarse la reparación ocurre una nueva, lo cual tira al traste la ventaja topológica del anillo y, para completar, el Maya también se rompe.
Pese a que Colombia es un agujero negro del comercio por internet (las probabilidades de que alguien compre algo a partir de haber visto un anuncio en una página web son bajísimas y la cobertura de los servicios de tarjeta de crédito altamente tacaña), el incidente ha generado pérdidas cuantiosas y el vértigo que generan los rezagos ocasionados por la deficiencia de algo a lo que nos hemos venido volviendo adictos, es notorio.
La sequía la dejo de padecer mañana, pues no tengo programado conectarme los próximos días. Viene un nuevo encuentro con ese bravío mar, devorador de fibra óptica y de bañistas imprudentes. Desde esta altiplano escucho sus rugidos y ya no me puedo resistir.

miércoles, junio 20, 2007

El aventurero

Y que siga el vacilón...


Novedad

Para que Campo IV sea noticia es porque así estamos.

sábado, junio 16, 2007

Proclama

Hace unos años, una pluma colombiana no costeña consiguió la atención de las billeteras de muchos consumidores franceses de libros. A mí no me sorprendió. Era apenas predecible que el morbo de los coterráneos de Louis Pasteur se sintiera atraído por el título: "La Rage au coeur" lo que parecía ser un caso exótico de una patología combatida por ese brillante investigador tanto tiempo atrás.
A la vista de cualquiera, pero lejos del interés de la mayoría, por los confines nororientales de la Ciudad Universitaria, se encuentra el Laboratorio Nacional de Química, hoy en comodato para el uso de Ingeominas, pero próximamente devuelto a la Universidad Nacional de Colombia. Al frente de este edificio, ondea permanentemente una bandera de Colombia, sin parches raros (como el que tiene la que presidió el campamento triestamentario el mes pasado, el cual reproduce la ilustración - cuyo origen primero por hoy quedo debiendo - usada hace unos años en una portada de Análisis Político, y hoy imagen corporativa de cierto movimiento con nombre de empresa de transporte). También el busto de Louis Pasteur proclamando su afecto por los laboratorios. Hace rato que quería citarlo:
Interesaos, os lo suplico, por aquellos recintos sagrados que se designan con el nombre expresivo de laboratorios. Pedid que se multipliquen y que sean dotados, son los templos del futuro, de la riqueza y del bienestar, allí la humanidad se engrandece, se fortifica y se hace mejor.
De paso sea la ocasión para expresar mi júbilo por el reciente destape de Bogotá en el Google Earth. Mientras averiguo cómo se mete un mapplet en una entrada de blogger. Aquí dejo el enlace con la locación del video. Y por supuesto el video:

jueves, junio 14, 2007

Gloria

El que a hierro mata...

Yo sí decía que la palabrita esa la conocía de antes y de antes me caía gorda.

Traditore

I have noticed from my hit counter provider that this site have recently been visited and attempted to be translated to English using the Google tool. The result is quite funny as expected, but interesting in some aspects. I am not satisfied with the tone of this blog's name, but the mistranslation is really awful. I would not choose remainder but waste, or trash, or junk to translate "desecho"; it is not about arithmetic but about using and throwing away. I take a lot of care in using diacritical marks and other basic spelling rules when I write in Spanish. Therefore I don't accept things like translating "El" (definite article) as He (pronoun). Get smart, Google developers.

A curious bug is that of translating "Los Andes" (the University), as "The $andes". It evokes an old bad joke about that institution: "Universidad de Los Andes, entidad sinónimo de lucro" ("Los Andes University, profit-synonym entity"). Idioms.

¡Ay!

Ahora Fellini resultó surrealista.

martes, junio 12, 2007

Lo público

Advertencia: Esta entrada es de las largas y es tópica de un diálogo comenzado varias entradas atrás, en particular respondiendo a preguntas formuladas en los comentarios de la más reciente.

La amenaza

La Universidad como institución ha pasado por momentos difíciles desde antes de ser fundada. El mismo hecho de provenir de instituciones preexistentes supuso decisiones de gobierno para transformar una cosa en otra, para cuestionar un pasado y esbozar otro proyecto. La fecha oficial de nacimiento de la Universidad Nacional de los Estados Unidos de Colombia, 22 de septiembre de 1867, nos remite a un gran agradecimiento con el "Olimpo Radical" (que no era un profesor cascarrabias de Veterinaria, sino el gobierno de los liberales radicales durante una década del siglo XIX) y ha llevado a muchos a hacerse la ilusión de que la Nacional tuvo cuna y designios rebeldes. Curiosamente la radicalidad los llevó a liberalizar tanto las profesiones que vulneró una de las principales funciones sociales de la Universidad, la de licenciar a sus graduandos ante la ley como profesionales, como la negación del tegua. Cuando la generación de entusiastas colombianos de Córdoba llegó al poder con la República Liberal, se presentó la gran Reforma Universitaria (y de la misma Educación Básica), con la consecuente oposición de sectores universitarios y externos a la institución. Cualquier cambio, bueno o malo, agenciado desde una instancia gubernamental, enfrentará siempre posturas, que de endurecerse terminarán por afincarse en que la condición inmediatamente anterior es justa, conveniente y la mejor de las posibles. No es un carácter exclusivo de nuestra nacionalidad, en muchas partes del mundo la Educación es uno de los fenómenos más conservadores que puede haber. Siempre mira al pasado y sospecha de lo que viene.
A esa Reforma del 36 reaccionó anticipadamente el clero fundando la Universidad Pontificia Bolivariana y resucitando la Universidad Javeriana (por entonces la misma institución que el Colegio de San Bartolomé). Luego de caído el liberalismo del poder se dieron timonazos en sentidos divergentes y vino también el nacimiento de nuevas universidades privadas (de Los Andes, Jorge Tadeo Lozano, de América, Piloto,...), pero también de importantes departamentales como la UIS y la del Valle. Muchas de las privadas aparecidas en los 50 y 60 surgieron de crisis internas de la Nacional. 60 y 70 fueron las décadas que consolidaron el panorama general que hoy conocemos de la composición de la matrícula universitaria en Colombia de acuerdo con la naturaleza privada o estatal de las instituciones. Las universidades estatales son el bicho raro del sistema (como el 40% de la matrícula universitaria y no mucho más del conjunto de la Educación Superior); la Nacional tiene algo así como el 4% de la matrícula universitaria total del país, algo bien diferente a lo que se puede ver en México, Argentina, Brasil, Venezuela y muchos países de distintas ubicaciones en la economía mundial.
La síntesis histórica forzada, para no irme de la primera pregunta de Motor Dada, viene a cuento porque recuerdo haber participado en el movimiento estudiantil contra la aprobación de la Ley 30 de 1992, de Educación Superior; la cual desarrolla un vago artículo constitucional acerca de la autonomía de la universidad colombiana y reemplaza las disposiciones del Decreto-Ley 80 de 1980, sobre la misma materia. Por supuesto los activistas del momento anunciamos el fin del mundo, denunciamos el cumplimiento de agendas internacionales malintencionadas y casi expresamos conformidad con la ley que se derogaba. Eso sí, salvo un fallido intento de paro a las malas, con el cual no estuve de acuerdo, sin necesidad de bloqueos fue un movimiento concurrido, de buen nivel de debate, con marchas valientes (como la que hicimos el 28 de octubre del 92 a la Plaza de Bolívar, con todo y que una M-60 de la PM apuntaba desde la mañana a la entrada de la 26, hubo amenazas reales y presenciales - no había e-mail - contra ciertas cabezas del activismo de la época, el sindicato y los profesores nos sacaron el cuerpo muy a las 9:00 A.M., tras dejarnos salir por la 45 nos cercaron frente al Colegio Americano policías con subametralladoras por el frente y soldados con fusiles por detrás, ambas fuerzas sin equipo de antimotines; y - tras un surrealista acuerdo con el Coronel Bautista, legendario comandante de la Estación de Teusaquillo - avanzamos hasta nuestro destino, tras cinco años de prohibición de acceso de manifestaciones a ese lugar) y con todas las contradicciones que uno no ha terminado de verle.
De paso eso me recuerda una escena que me enseñó mucho sobre ese tipo de conflictos. La salida a las gradas de algunos congresistas a congraciarse con la multitud era apenas una muestrica gratis de lo que internamente se jugaba en lo político. El ponente, senador liberal y ex-rector de la Universidad Nacional, ofrecía cosas en las universidades y transaba con los demás parlamentarios. Por ejemplo César Pérez García, sujeto bien mal reputado, hizo meter en la composición del Consejo Nacional de la Educación Superior (CESU) a un rector de las universidades del sector de la Economía Solidaria (solo existía una, la Cooperativa, casi que propiedad de él), en flagrante conflicto de intereses; corregido por vía judicial (el texto), pero con garantizada impunidad para su intocable pensión de congresista. Este tipo de transacciones prosaicas no se parecen en nada a los maléficos planes de los documentos de Santa Fe y sí tienen mucho que ver con agendas más localistas y de región, del lugar de las instituciones privadas de educación ante su mercado y ante la ley y de otras mezquindades bien disimuladas.
Quince años después, no se ha acabado la Universidad. Ha cambiado, sin duda, pero es bien diferente a las proyecciones que hacíamos desde las tarimas. En Planeación Nacional se sigue lamentando la existencia del artículo 87 de esa Ley y es considerado uno de los grandes culpables del desequilibrio fiscal en Colombia en la era posterior al cambio de Constitución (junto con el crecimiento del gasto en el sistema judicial). De la aparición de la Representación Estudiantil al CESU derivó una nueva generación de aparatos estudiantiles nacionales, o sea formas organizativas (primero el CONSEC, luego la ACEU y etc.); resucitó la Representación Estudiantil al Superior de la Nacional (cortada desde 1972); se financiaron eventos nacionales e internacionales con dineros del ICFES, del Fondo Nacional de Bienestar Universitario;... El activismo político estudiantil tuvo nuevos escenarios y nuevas investiduras.
Cualquier oferta de cambio representa amenazas, en primer lugar con la permanencia del estado de las cosas como lo conocemos. Pienso que la comparación con los casos de empresas comerciales del Estado intervenidas o privatizadas es sugerente pero no demasiado pertinente en el caso de las instituciones educativas. Sé muy bien que Uribe se ufana de no haber liquidado sino reestructurado Telecom, salvaguardando las pensiones (claro, yo conozco gente que fue al desempleo y no puede ser tan suave para juzgar el proceso). Sé que, en clara divergencia con la lectura de ASPU, se precia de haber logrado la reapertura de la Universidad del Atlántico, mediante la presente intervención de sus finanzas. Pero también conozco el profundo contraste entre la actitud ante las crisis de los hospitales San Juan de Dios e Infantil de la Misericordia de Bogotá, por parte de médicos y trabajadores. La adoración irracional a derechos adquiridos, la imposibilidad de modificar convenciones colectivas llenas de detalles políticamente impresentables, el apego a principios inmutables sin sustento económico; significaron la debacle del primero, en contraste con lo que resultó de un esfuerzo colectivo, de un sacrificio racional y continuo, de una actitud práctica y generosa a la vez; gestos que salvaron al HOMI, con todo y las plazas laborales que soporta y necesita.
Es obvio que, en el camino de la racionalización del gasto, de su orientación hacia rubros de mayor interés para tal o cual gobierno (a la larga todos terminan subiéndole a defensa), los sectores, las instituciones, las entidades territoriales, desarrollan su pelea para no perder las asignaciones con las que contaban y considero legítimo controvertir al gobierno en este aspecto, incluyendo las acciones judiciales contra la Ley del plan y la elaboración y promoción de la Ley de Pensiones. Pero por su naturaleza, la principal universidad del país debe estar a la altura de los retos que estas coyunturas sirven de excusa para evadir. Este gobierno presentó unas metas de cobertura educativa desde su inicio; la respuesta nuestra ha sido cuestionarlas invocando la calidad. Pero muchas veces parece que llamamos calidad a hacer las cosas como las hemos venido haciendo y no desarrollamos la idea. La política de enconcharse y estancarse a ultranza solo sirve para que otros, que sí se ponen a hacer la tarea, avancen en resultados tangibles y presenten un entorno más confortable para los destinos de los dineros de este sector. Sigo en el siguiente punto.

Universidad Pública

Algo de lo que se habló mucho cuando la Ley 30 fue de la transfiguración del concepto de Universidad Pública. La Educación Superior pasó a ser un servicio público y como tal, prestable por operadores privados. Merced a esa Ley, instituciones privadas como Los Andes o la Javeriana, reciben cuantiosos aportes de la Nación, como reconocimiento a indicadores logrados. Esto es, universidades de naturaleza privada prestan el servicio público de la educación con ayuda de dineros públicos. La categoría que quedó viva a los ojos de la Ley fue la Universidad Estatal, de orden nacional, departamental, municipal y distrital; con la obligación de la Nación y la entidad territorial correspondiente de sostener su presupuesto en pesos reales e incrementarlo al menos el 30% de lo que suba el PIB; además de las rentas propias de cada institución. Un dogma de fe infaltable en nuestros discursos consistía en considerar ese componente de rentas propias como la forma paulatina del Estado para desentenderse de esa obligación. Obviamente afirmaciones como que la Universidad solo será autónoma cuando tenga autonomía financiera (informe Atcon) cambiaban súbitamente la tonalidad de nuestras letanías (las consignas) para convertirlas en agresivos juramentos, sanguinarias arengas y uno que otro movimiento parabólico. Hoy lo veo de otra forma.
En la mayoría de nuestros políticos prácticos y sus intelectuales funcionales, la confusión arbitraria entre estatal, gubernamental, público y otros adjetivos asociados es persistente y chapuceada a conveniencia. Un rector de un colegio distrital, con título de abogado y militante del Partido Comunista, respondía ante el reclamo por su negligencia ante el daño de unos pupitres: "¿de qué se preocupa si eso es del gobierno?". Foristas de eltiempo.com defendían el daño de pupitres en la avenida 30, invocando que son propiedad de los estudiantes. Un ciudadano indignado escribió una vez a la versión impresa de ese mismo diario que le parecía inaceptable que la Biblioteca Central de la Universidad Nacional no le permitiera utilizar sus servicios sin la carta de presentación de una institución con la cual se tenga convenio; se preguntaba si acaso no era pública. Jíbaros, vendedores informales y otros maldicen cuando son requeridos a abandonar el Campus: "esto es público".
Los objetivos públicos, los intereses públicos, se pueden definir alegremente dentro de una perorata política de tal o cual secta. A según. Para el caso de la Universidad Nacional, me parece que hay que insistir en un valores sociales más bien soslayados por el discurso de los paristas que más han gritado. La Universidad Nacional tiene en Colombia gran credibilidad por su sistema de admisión, el cual ha sido burlado en el pasado, pero se ha adaptado a los nuevos retos, siendo el más complejo de su tipo en el país. Tanto es así que el Ministerio de Educación escogió a la institución para preparar el examen de evaluación a los docentes de Básica y Media, cosa que aterrorizó al componente mediocre de la directiva de Fecode (precisamente por el prestigio de la Universidad). Fue pionera en el acceso de la mujer a la educación universitaria en Colombia, en los programas especiales de admisión de estudiantes indígenas y de municipios pobres (con inmensos retos aun para superar, especialmente el de la equidad). Su no confesionalidad permitió que muchas corrientes ideológicas, inaceptables para la curia y otros cleros, llegaran a enseñarse en nuestro país. Hacer de ella una Universidad de Conocimiento no le resta a su carácter público. Por un lado porque el interés público no se restringe a lo que se decreta desde las tarimas; por otro porque los retos de superación de nuestro problemas socioeconómicos precisan mucho más que la formación de oradores; exigen ciencia y técnica y para eso se necesita gente pilosa, como la que la Nacional selecciona en su admisión.

La Resistencia

Ante la entrada en competencia de otros operadores de telefonía, la detestada gerencia de la ETB (la de Regueros) contrató cursos de validación de primaria y bachillerato para tratar de corregir un poco la mayor desventaja competitiva de los operarios de esa empresa (porque de experiencia en los misterios de la telefonía local para Bogotá estaban más que curtidos), la hoja de vida académica. Cierto sector del sindicato promovió la resistencia a esas medidas, o sea no aprender. La insistencia en el paro por el paro me recuerda esa actitud. Puede que dentro de la poética de la inmolación revolucionaria quepan muchos gestos que mi prisión racional no me deja asimilar; así de cuadrado soy. Pero dejar de aprender, dejar de saber, por ir a desfilar me recuerda la clásica imagen de Pinocchio, abandonando la escuela y buscando su destino detrás de los saltimbanquis.
Dentro de la adoración por esa manida palabra, he conocido de grupos estudiantiles que aluden a la noción eléctrica, a la de la teoría de circuitos. Esta en particular me recuerda más otro concepto asociado, el de los ohmios imaginarios, la reactancia. Es el componente de la cantidad fasorial llamada impedancia que no trabaja sino desfasa. Además la palabra evoca el carácter reaccionario que muchas veces acompaña a la mal llamada resistencia. Desistencia, reticencia, no sé, pero el concepto tiene más afinidad con otros vocablos.

jueves, junio 07, 2007

El intransigente siempre es el otro

A veces el Servicio de Atención Psicológica de la Universidad invita a unos "talleres de asertividad", bajo lemas como "no digas sí cuando quieras decir no" (yo proponía, para un taller de francés: "Dodo, no digas sí, di oui"). Pienso en eso cuando recuerdo el salto que muchas personas, conscientes de su generosidad a toda prueba, tienen que dar para vencer la manía de ciertos manipuladores de tratarlos de egoístas para condicionar sus acciones. El viejo truco de "tú eres egoísta porque no me prestas, pero yo no soy egoísta cuando me apropio de tus cosas".
Ese mismo esquema moral está detrás de textos como el que hoy publica una de las páginas de la asamblea. Después de sostener un mes de bloqueos sin admitir propuestas alternas de expresión (y arrogándose la vocería única de la preocupación estratégica sobre el futuro de la Universidad), de cambiar por lo menos tres veces de motivación para un paro, de persistir en una postura intransigente al respecto en el momento crítico para cumplir con el calendario académico y habiendo guardado un estúpido y cómplice silencio formal para con un hecho tan grave como el atentado personal contra uno de sus contradictores; concluye que la intransigencia es de la contraparte y la conmina a renunciar.
Luego viene la crítica al estigma de "terroristas" proferido por el gobierno, comparando con "la parte del gobierno vinculada al radicalismo derechista". Aunque estoy advertido sobre el tamaño y el alcance preliminar del tema de la parapolítica, no deja de parecerme que la asamblea pelea con el espejo de sus consignas: "Uribe, paraco, el pueblo está berraco [dejemos en paz a los cerdos sementales]"; "vamos todos a tumbar al gobierno paramilitar", etc.
Desde el principio se ha jugado con la falacia de llamar pacifismo a la no realización de acciones que comprometan derramamiento de sangre. De hecho el pacifismo es un ismo, una postura, y trae connotaciones morales de una profundidad insospechada para quienes han maltratado recursos de la Universidad, han utilizado actitudes intimidantes contra quienes tratan de burlar sus bloqueos, han ejercido la violencia verbal, los abucheos, los gritos y la verticalidad tiránica del micrófono en tarima para evitar la exposición de lecturas alternas, como se esperaría en una Universidad plural, no confesional y además de buen nivel académico; lo cual se debería reflejar en la calidad de las discusiones.
Finalizan con su milenarismo de siempre. Los males que hacen hoy los hacen a nombre de un futuro hipotético. Insistir en la estrategia política y jurídica del pasado es la única verdad y la única compasión posible con el futuro de la Universidad. Resulta que una de las posturas más silenciadas por la censura asambleísta, pone de presente precisamente que lo que han hecho las administraciones anteriores ha sido echar el tema del pasivo bajo la alfombra, como esperando a que el día que las rentas estatales no puedan solventar esas obligaciones de Ley, el malo sea el administrador de turno y no los caudillos que salieron por la fácil en el pasado. La Universidad ya paga el pasivo en concurrencia con el fisco nacional, eso ya ha causado problemas reales y el porcentaje que - por vía de un fallo del Consejo de Estado - ha tenido al Rector pasando la mitad de su tiempo administrativo pidiendo adiciones presupuestales con Hacienda, es harto mayor que el del 5% del acuerdo inaceptable.
Para quien llega tarde a la discusión, la demanda al artículo del problema en el Plan de Desarrollo (porque los micos del Polo hay que dejarlos quieticos), tiene que hacerse cuando la Ley ya haya sido sancionada, demora meses, como cualquier caso elevado a las altas cortes y deja de nuevo el vacío sobre el tema. Vacío que en este momento representa la dichosa concurrencia en lo práctico.

miércoles, junio 06, 2007

Una reciente

Ya me iba a dormir y vi este tacaño informe sobre un foro. Vamos a ver qué sigue.

Parcialidad

Acerca de la manía de no leer completo y especular a partir de la tabla de contenidos.



Cambio de estado

En la sección de "Hace 25 años", en El Tiempo, mencionan hoy el levantamiento del Estado de Sitio, hecho por Turbay para entregar el gobierno a Belisario Betancur. Precisamente eso me recuerda que la primera amnistía la hizo ese, el gobierno de la mano dura, las caballerizas, la famosa "carta blanca" a las fuerzas militares para que se lucieran. Años después hizo carrera el cuento de que todo el tema de las amnistías había surgido de la actitud blanda y equivocada del gobierno siguiente. Curiosamente el presidente del "sí se puede", de la casa sin cuota inicial y de las jornadas para pintar palomitas de la paz, fue el del Palacio de Justicia, del MAS, de la tregua efímera y cortada a lo bestia (toma de Urrao y homicidio de Óscar William Calvo),... En fin, recordé el Estado de Sitio.
Mis padres nacieron con el país en esa condición y fue hace 25 años cuando por primera vez vivieron algo diferente (lo cual no duró mucho). Ese cambio solo se volvería a vivir con la entrada en vigencia de la Constitución de 1991 (auspiciada por medidas de Estado de Sitio), el 4 de julio de ese año. Por supuesto que la violencia persiste en condicionarle la vida a mucha gente y el gobierno de las botas y las culatas (del Estado o de los paraestados paramilitar y guerrillero) sigue fastidiando a un buen número de localidades. Pero sí que existe una diferencia y quienes sentimos el levantamiento de ese peso lo recordamos claramente.

martes, junio 05, 2007

La fuerza

No alcancé a enterarme anoche del adelanto de las vacaciones. Ingresé a mi sitio de trabajo y dialogué con varios profesores, quienes no me anticiparon nada sobre el tema de la asamblea que seguía. Supe luego de la orden de desalojo, antecedida por la entrada a la fuerza de un sector de los bloqueadores. Cuando salí me acerqué un rato para escuchar de qué hablaban en la asamblea, la cual - ya sin el confort del Auditorio - no contaba siquiera con quinientos asistentes (por dar un número optimista). Ante una situación tan contundente, como es el contraste entre un lunes de gran afluencia de estudiantes, con motivo de la reanudación de las clases y la patética soledad creciente de la asamblea; sus inefables líderes persisten en culpar a terceros y en anunciar la continuidad de los bloqueos cuando se reabra la Universidad. Como siempre, los grandes y más profundos temas son los logísticos: quiénes van a hacer no se qué en Transmilenio, la propuesta de escribir consignas en los billetes, participación en la Marcha programada por el "Comité de Emergencia" contra la cumbre del G8 (en serio) y en la del 8 de junio "día del estudiante revolucionario y antiimperialista" (dejémoslo en caído) y demandar a la Universidad por la pérdida de unas carpas en el desalojo ("preferimos perder una carpa...").
El liderazgo del megáfono es químicamente incapaz de evaluar un quiebre como el que ha tomado la situación. El viernes no vislumbró el alcance político de las movidas presidenciales y fue lento para reaccionar a la noticia del atentado contra el Viceministro (de hecho hoy aun discutía su conveniencia, cuando es un asunto de elemental coherencia). Sobre este último punto, se deja enredar por parte de un émulo de Cerebro ("Un mundo que ganar"), quien encuentra muy brillante proponer que se hable de "autoatentado". De verdad, me tomé el trabajo de escuchar completa la asamblea para ver si me podían sorprender, si me podían hacer sentir equivocado acerca de los asertos de viejito excéptico que he expuesto inspirado en la experiencia. Me decepcionaron. La incapacidad de las altas lumbreras del bloqueísmo para analizar una situación política real y hablar y actuar con inteligencia. La persistencia engolosinada con una ficción de poder que no se fundamenta en un reconocimiento de la propia condición ni una identificación inteligente del adversario, ni los posibles aliados relevantes. La ausencia de agenda propia por parte de los estudiantes movilizados, quienes dependieron de la programación del paro del Polo, de las marchas de Fecode y de la arrogancia de varios agentes particulares. Eso me encontré.
Ante una situación física tan lapidaria (que ahora el bloqueado es el Campus) se decanta el hecho de que muchos participantes de asambleas y campamentos dejan de recibir el auxilio paterno para parar, por haberse divulgado en prensa que hay vacaciones. Los vendedores informales se estrellan con la inesperada caída de sus ventas, los estudiantes de otras ciudades son llamados por sus familias a que retornen, los turistas de la revolución comienzan a cambiar de tema y la atmósfera da cuenta del resto (primero sol de lluvia y luego chaparrón). La Policía en presencia blanda (Fuerza Disponible cerca, ESMAD lejos y autocontrol ante el estallido de petos en el Uriel), mientras los paristas reafirman su rechazo a "... la violación a los derechos humanos por parte del gobierno en el marco de la política de seguridad democrática [¿cuáles marcos exceptúa?], la estigmatización, amenaza y asesinato de estudiantes, trabajadores y profesores...", vacilando - eso sí - para condenar algo tan palmario como el atentado personal contra un interlocutor natural de su protesta (de hecho el Viceministro preside el Consejo Superior Universitario cuando no va la Ministra).
Hace unas semanas una expresión de corte clandestino y autodeclarada por fuera de la legalidad, condenaba en un comunicado escrito la firma de un acuerdo con el gobierno por ilegal. Las multitudes han sido domadas en varios momentos de todo esto por la veneración que profesan al discurso jurídico. Así como hace año y medio la muletilla de moda para los chistes era el "carácter vinculante", esta vez todos nos convertimos en tinterillos. Allí, una de las facetas truncadas del desarrollo académico de la situación. Los superlativos de los abogados, los magistrados, están acostumbrados a que el dinero se falla, se sentencia, se decreta; pero no saben cómo se produce. El mayor vuelo que toma un movimiento como el triestamentario en asuntos de política económica es la discusión de porcentajes, nunca la oferta de ideas para que entre nuevo dinero. Un ex Rector comentó alguna vez (como se puede leer en la pésima transcripción incluida en las memorias de la "Cátedra de Vida Universitaria") que la Universidad colombiana era una gran facultad de Derecho, donde se habituaba al estudiante de cualquier disciplina a demandar, exigir y parlamentar, pero descuidando la vocación del conocimiento y la oferta de ideas productivas. Con los acontecimientos de los últimos días me resulta inevitable interpretar que todo esto ha sido la reedición de esa condición perniciosa.

lunes, junio 04, 2007

Maluquísimo

Este tipo de cosas envenenan el ambiente de discusión. Pasarlas por alto es un error grandísimo.

domingo, junio 03, 2007

Alto nivel

El viernes pasado me enteré por el portal de la Agencia de Noticias de la Universidad de la entrevista de "UN Análisis" a Álvaro Uribe. Como ingrediente político de la situación del paro, el hecho no me pareció para nada trivial. Un movimiento que ha enfocado su genérica y recurrente bandera: "la defensa de la Universidad Pública" hacia el cuestionamiento del actual Presidente de la República, consigue que éste le responda y lo rete. Al parecer esto no fue visto así por la Asamblea del viernes, la cual ni siquiera mencionó el programa. Al final, Uribe anunció que su Consejo Comunitario del sábado 2 de junio trataría sobre el tema.
Uribe no controvierte el núcleo de los argumentos del sector más analítico de la protesta; vale decir, no habla de eso ni desarrolla los embrollos jurídicos de la contradicción. Claro, insiste en la bondad de su propuesta de acuerdo de saneamiento y se presenta como el magnánimo amigo de la educación pública, a pesar de todas las cosas que se dijeron en el sentido contrario cuando apenas era aspirante a la Presidencia. La intervención de la Universidad del Atlántico, en su discurso, es la mano salvadora que reabrió esa institución, no el origen de su cierre. Las referencias al aumento de cobertura, a la inminente inyección de nuevos dineros para Ciencia y Tecnología, la ampliación de los cupos del SENA, otras medidas de atención a crisis financieras como la de la UIS y la de la del Cauca, el compromiso de no subir las matrículas a los estudiantes pobres (esa puntada es mortal para algunos de los mitos sobre los cuales descansa el movimiento triestamentario),... El anuncio de su disposición a discutirlo en la sede misma de la Universidad, de poco probable realización, remata su soberbia política, para nada infundada, pues son los gestos y los términos que gustan a su público objetivo, el cual no incluye al contradictor de ocasión.
La verdad me perdí el Consejo. Ya suficientemente aburridor me parece su estilo como para presentarme a lo Alcohólico Anónimo ("quiénes somos"), ponerme a pedirle cosas como si fuera el Rey Salomón ("qué pedimos") y presenciar cómo llama a algún funcionario por su nombre y le pide algún dato o le ordena alguna cosa de esas que debería tener un trámite administrativo como más pensado y formal ("Señora Ministra: redáctese ya el decreto y lo dejamos firmado aquí mismo, así a mano, que es que así es como obramos los varones, pues"). Me enteré de la respuesta a una interlocutora: "sólo les pido dos cosas: confianza y paciencia". La parte más escandalosa, desde luego, es la orden a la policía de desalojar a los participantes del campamento que persistía a esa hora en la Universidad. Es claro que el intento de reanudar bloqueos mañana sí tendrá componentes nuevos, después de cuatro semanas de círculo vicioso.
De la discusión académica racional faltan muchas cosas por desarrollar, pienso que las críticas de los juristas que han escrito hasta ahora desde la instancia de la Comisión Asesora, o desde la oposición política al Rector; se han parado en un muy sólido piso jurídico con buena oferta de éxito en las instancias judiciales. Esto también condiciona unas posturas políticas, muy definidas, pero enfrentadas con un actor que tiene las de ganar en ese campo. Y el otro extremo del lío es el económico. La vehemencia jurídica puede usar expresiones como "allá mirará la Nación cómo cubre esa obligación que le corresponde por Ley [y por designio divino], eso no es problema nuestro". Vale, a pesar de la improbidad del abogado que profirió esa especie en el Auditorio, con su inconfundible timbre de Ana Gabriel con edema pulmonar. El problema es que para muchos foros, menos restringidos y nada manipulables con esos referentes, sí se debe tener en cuenta de dónde sale el dinero. Renunciar olímpicamente a esa parte de la reflexión es servir, con moñito de regalo, a tres metros del arco y sin portero, la oportunidad al mefistofélico gobierno de presentar a la Universidad como un lastre para el desarrollo, cerrada a la reflexión y al aporte de soluciones. Eso en lo político de la disputa con el Presidente.
Ya en lo conceptual del asunto (y sin interés político para la mayoría), se trata de uno de esos galimatías jurídicos que obligan a la razón a aceptar un poco de paradojas. La Nación (como sinónimo de Estado) verá cómo responde por eso, porque la Institución tiene compromisos más altos con la Nación (a conveniencia la población, o la Nación por "construir"). Un significante, múltiples significados. Que se joda la Nación para que le podamos responder a la Nación que nos inspira. ¿Cómo así? Algún notable colectivo estudiantil de los 90 emprendió un interesante seminario sobre el concepto de Nación, cuyas memorias no hallo, pero aspiro a hacerlo, ahora que me interesa volver sobre el tema. Sirva de paso para anunciar que uno de mis siguientes temas para entrada larga: ¿Qué es lo adorable, especial, irreemplazable y conveniente que tiene la Universidad para que se pueda tranquilizar a la población acerca de sus costos y su trato especial garantizado por la Ley? Es una pregunta política, pero para responder con firmes referentes académicos.

En El Espectador

En la edición impresa del 3 al 9 de junio del El Espectador, página 20A, sale a relucir un par de veces el tema de la Unversidad en los últimos días. Primero de la mano de Tola y Maruja, personajes creados por un par de egresados de la Universidad de Antioquia, participantes de movimientos estudiantiles en su momento y conocedores de ciertos clichés tradicionales de la subcultura de las asambleas, los pliegos, las "claridades" políticas y otros caracteres esenciales del fenómeno.
— Oites Tola, ¿y qué vuelta tenés que hacer en la Niversidá Nacional?— Voy a
entrale una muda de ropa al nieto mío Juaquín Estíven, que lleva días campando
en una manga.— ¿Y es que los dejan pasiar dentro de la niversidá?— No Maruja, es
que los muchachos están protestando porque les van a subir la matrícula.— Pero
el nieto tuyo paga muy poquito, ¿cierto?— La matrícula es barata, pero le piden
mucha cosa… Estivencito cada rato tiene que llevar quizque aerosol, papel
aluminio, pólvora… ¡hasta piedras le han pedido!
Luego un reclamo de Mauricio Archila Neira, profesor de Historia formado en una universidad privada de Colombia y en una estatal de Estados Unidos (la SUNY), con cierto recorrido muy citado (aquí) en el tema de los moviemientos sociales y - de un tiempo para acá - apologista al uso de algunos paros y protestas.
Un editorial desconcertante El editorial de la edición
de la semana pasada (28 de mayo al 2 de junio, 2007), titulado “Cañazos y
realidades de la protesta”, no sólo es inexacto sino que se aleja de la
tradición democrática que ha caracterizado a El Espectador desde su fundación.
Voy a explicar por qué.La frase que concluye dicho editorial —resaltada en el
recuadro— reza así: “Dice mucho de nuestra cultura política que las protestas
tengan tan poco que ver con la realidad”. Uno podría preguntarse: ¿cuál es la
“realidad” para el editorialista? Si se lee con cuidado el citado texto se
descubre que la “realidad” es el discurso del Gobierno, no el del Congreso ni
mucho menos el de quienes protestan. Esta aseveración puede ser cuestionada por
muchos argumentos, algunos de los cuales presento a continuación.En relación con
el proyecto de acto legislativo sobre transferencias que hace curso en la Cámara
de Representantes, el Gobierno ha insistido que no va a disminuir los montos de
la educación. Sin embargo, el mismo Gobierno en concertación con su bancada
decidió aumentar el pasado 29 de mayo en 1,5 billones de pesos los rubros
destinados a este sector. Adicionalmente el Presidente en rueda de prensa de ese
mismo día ofreció 2 billones más por la vía del presupuesto —es decir, por fuera
de la reforma constitucional—, para ajustar el escalafón y los salarios de los
maestros. Obviamente se buscaba contener la movilización que, sin embargo, se
dio en forma masiva el 30 de mayo, según lo reconocen propios y ajenos. Estas
recientes modificaciones oficiales a la propuesta original significan que, como
dijo El Tiempo en su edición del mismo día, la protesta de la comunidad
educativa ha logrado algo. Pero sobre todo desmienten las afirmaciones oficiales
en torno a que no se iba a disminuir el monto del sector educativo vía las
transferencias a los municipios y departamentos, que sin duda van a decrecer en
cerca de 50 billones en el futuro, además de los 27 perdidos ya.Sobre el
Artículo 38 del Plan de Desarrollo 2006-2010, que también está en proceso de
aprobación por el Congreso, hay igualmente muchas fisuras en el discurso
oficial. Se afirma que con este “articulito” se busca mayor responsabilidad de
las universidades públicas del orden nacional en el tema de pensiones, sembrando
un manto de duda sobre su manejo. Se olvida, por ejemplo, que en la Universidad
Nacional durante 2005 el movimiento de estudiantes, trabajadores y profesores se
opuso con vehemencia al intento del rector Marco Palacios de pensionar
forzadamente a los docentes que llegaran a la edad de merecerlo. En su momento
se dijo que esta política no sólo amenazaba la calidad de la enseñanza al
expulsar a profesores en plena edad productiva, sino que era irresponsable con
el manejo pensional. Entonces, no es cierto que las comunidades universitarias
sean irresponsables en el tema de pensiones.Además el Gobierno agrega que con
dicho “articulito” no pretende propiciar el aumento del monto de la matrícula o
el deterioro de las condiciones de los profesores y trabajadores de las
universidades públicas del orden nacional. Aquí hay dos argumentos que
desmienten el discurso oficial. De una parte, siendo estas universidades de
orden nacional, todos sus trabajadores, incluidos los docentes, lo son de la
nación. Por tanto, no tiene sentido “concurrir” con ella misma para el
saneamiento de su pasivo pensional. De otra parte, en aras de la discusión, vale
la pena preguntarse: ¿qué significa para estas universidades dicha
“concurrencia”? En la Universidad Nacional, el pasivo actuarial asciende
aproximadamente a tres billones de pesos. “Concurrir” o aportar el 3% de ese
pasivo —que equivale a $90.000'000.000, cuando los recursos propios anuales
escasamente son tres veces esa suma— en términos de un reciente informe del CID
“obligaría a la Universidad a efectuar un ajuste, ya sea aumentando los ingresos
o disminuyendo los gastos, lo que afectaría el cumplimiento cabal de cualquiera
de sus funciones misionales”. En pocas palabras, no sólo la viabilidad
financiera sino especialmente la misión de la principal universidad pública del
país están seriamente amenazadas. Si éste no es un paso hacia su privatización,
entonces ¿qué es?Hasta aquí lo relacionado con algunas inexactitudes del citado
editorial. Hay algo que me preocupa más, pues es de humanos errar. En las frases
previas a la final se dice: “Pero la realidad política en el recinto del
Congreso es muy diferente a la realidad política por fuera del mismo. Mientras
adentro priman las transacciones, afuera dominan las emociones. Adentro se
olvida el fondo por cuenta de la negociación, y afuera por cuenta de la
desinformación” (el destacado es mío). De modo que, para el editorialista, la
protesta se mueve sólo por emociones y desinformación. Se trata de un
señalamiento muy grave, porque desconoce la complejidad del fenómeno. Sin duda
hay emociones en la protesta —basta ver los noticieros para constatarlo—. Todos
tenemos emociones, comenzando por el Presidente —¡y vaya si las tiene!—. Pero
otra cosa es igualarlas a desinformación. Con esto simplemente se anula la
posibilidad de que los movimientos sociales tengan alguna razón en sus luchas. Y
hay razones que también mueven a los manifestantes, como las expuestas
anteriormente o las que consigna Fecode en la misma edición de El Espectador a
la que aludimos. Reducir las protestas a meras “emociones desinformadas” anula
la posibilidad de negociar sus demandas, y la concertación es la única salida
que pueden tener los conflictos sociales en un régimen democrático como el que
nos preciamos tener. Al negar esta posibilidad, el citado editorial borra de un
plumazo la tradición democrática con la que don Fidel Cano fundó el periódico
hace ya 120 años, como bien se recordó en recientes efemérides.Yo les propondría
más bien, que El Espectador vuelva a convocar esos foros abiertos que solía
hacer, en donde las distintas partes del conflicto social expongan sus
argumentos para que los lectores podamos contar con criterios suficientes con el
fin de comprender la “realidad” de lo que ocurre en el país.Mauricio Archila
Neira. Profesor Titular. Universidad Nacional de Colombia. Bogotá.

viernes, junio 01, 2007

Celibato

Lisístrata ha conseguido gran acogida en su convocatoria a la Universidad:
Leonardo Rodríguez, representante estudiantil opina que "la abstinencia del 70
por ciento de la comunidad universitaria demuestra que la mayoría respalda el
proceso de protesta".
Tomado de aquí.
¡NO SE PUEDE! ¡NO SE PUEDE! ¡NO SE PUEDE!
¡FUERA! ¡FUERA! ¡FUERA!

La piedra de toque

Mentiras, que son guayabas.